viernes, 6 de septiembre de 2013

Soja: la brecha de precios entre la cosecha nueva y la vieja invita a vender y protegerse


Vamos a analizar lo que ha acontecido a nivel local en los últimos años con los spreads de precios entre campaña vieja y nueva para soja en Argentina, tomando en cuenta las señales de mercado que se generan en relación a ventas disponibles, incentivos de siembra y perspectivas para el período siguiente.
Si bien en términos absolutos se perciben diferenciales muy heterogéneos en las últimas temporadas, el patrón de comportamiento ha conservado cierta estacionalidad en el segmento bajo análisis.
Al observar lo que ha ocurrido en los últimos 7 años se advierte que el inverse (este concepto indica que una posición cercana en el mercado vale más que otra más lejana) máximo entre noviembre y mayo se ha registrado en 2012 año pasado (línea marrón del gráfico), cuando el diferencial se acercó a u$s 100 (entre finales de agosto y comienzos de septiembre). Esto ha sido la respuesta a la necesidad que tenía el mercado mundial de que los productores locales aceleren sus ventas, en un contexto en el que EE.UU. estaba atravesando su situación más ajustada en términos de stocks.
La brecha en comparación al resto de los períodos ha sido muy significativa, con el propósito de generar claros incentivos para que la oferta se desprenda rápidamente de la mercadería. Pese a ello, los productores no liquidaron todas sus existencias en ese momento. Luego, el inverse comenzó a bajar, llegando a u$s 80 sobre finales de octubre (cuando la posición noviembre se estaba transformando en disponible y simultáneamente estaba ingresando la cosecha estadounidense, trayendo algo de tranquilidad), pero lo más negativo vino dos meses más tarde cuando comparábamos en Mercado a Término de Buenos Aires (Matba) la posición enero (todavía cosecha vieja) con mayo: esa brecha se había reducido a menos de u$s 50.
El perjuicio para la oferta no solo se ha vinculado con los menores precios que obtendrían por sus ventas, sino además por la distorsión que esto ha ocasionado en los arrendamientos que en muchos casos implicaba el pago por adelantado de la mitad (en quintales de soja) antes del comienzo de siembra.
Si bien este ha sido el caso más extremo hasta ahora, desde 2007 se puede distinguir algunos elementos en común en la evolución de este spread que permiten sacar algunas conclusiones.
En primer lugar la cosecha vieja siempre ha sido más cara que la nueva (o sea, el mercado constantemente ha estado en inverse entre las posiciones noviembre y mayo, desde comienzos de marzo a finales de octubre). Es un síntoma inequívoco de la ansiedad que ha tenido la demanda en cada período, además del escaso interés en la campaña siguiente ya que la superficie para la soja siempre estuvo asegurada (a diferencia de lo que se percibe año tras año en maíz que debe defender área a través del mecanismo de precios).
Por otro lado, ese diferencial ha alcanzado valores máximos o cercanos al pico de cada ciclo entre mediados de agosto y la primera mitad de septiembre, con la única excepción de 2007 cuando este pase tocó su nivel máximo de u$s 30 sobre la expiración de la posición noviembre.
En la actualidad, se aprecia que la brecha respeta la estacionalidad mencionada con máximos levemente superiores a u$s 45 (el piso hasta ahora ha sido de u$s 20). A sabiendas de que puede darse un fortalecimiento relativo de la nueva campaña en adelante, un productor que mantiene su apuesta por la soja debería liquidar sus existencias y, al mismo tiempo, comprar un contrato Mayo 14 para arbitrar este diferencial.

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