martes, 3 de septiembre de 2013

Radiografía del maíz en los EE.UU.


Los próximos veinte días podrían ser decisivos para la campaña de maíz estadounidense. Aunque el estado general de los cultivos es bueno, para algunos productores de Nebraska, Iowa e Illinois –el corazón del cinturón maicero, concentrado en la región medio oeste de ese país–, la falta de acumulación de temperatura durante gran parte del ciclo retrasó el llenado de granos. Además, de acuerdo con las cotizaciones de Chicago, los márgenes de rentabilidad serían más ajustados que en la campaña anterior –la peor de la última década–, pero podrían mejorar si se alcanzaran los rindes esperados.
“En los Estados Unidos también se sufre un aumento de los costos de producción”, dijo Mario Bragachini, técnico del INTA Manfredi –Córdoba–, desde ese país. Bragachini lidera un grupo de 80 productores, contratistas y estudiantes argentinos en el 23° viaje de capacitación técnica organizado por el instituto junto a Coovaeco.
De acuerdo con el especialista, “el punto de indiferencia económica del maíz está en un precio al productor de 5,5 dólares por bushel para un rendimiento promedio de Iowa, que es de unos 113 quintales por hectárea”. A su vez, explicó que se prevé la aparición de heladas a partir del 10 de octubre en el cinturón maicero –donde las temperaturas nocturnas pueden registrar bajas de 10 grados–. Sin embargo, el técnico agregó: “Helará con el maíz en madurez fisiológica y bajará poco el rendimiento, pero el secado del grano cosechado muy húmedo será muy costoso”.
En medio de la gira por empresas, universidades, centros de investigación, campos de productores tecnificados y líderes del sector, además de una visita a la última edición de la exposición Farm Progress Show, Bragachini analizó las características de la principal cadena productiva estadounidense, relevando aspectos que van desde el mercado hasta la bioenergía, con el foco puesto en los procesos de agregado de valor y desarrollo territorial.
Un emblema americano
Con 40 millones de hectáreas sembradas y unas 350 millones de toneladas previstas para esta campaña, el maíz es el cultivo emblemático de los Estados Unidos, que lidera ese mercado con el 32% de la producción mundial –unas diez veces más que la Argentina, posicionada como el sexto productor internacional–. “Mientras que en la década de 1960 el trabajo de un productor servía para alimentar a 26 personas en promedio, actualmente cada productor genera alimentos para 155 personas”, indicó Bragachini.
Del total de maíz estadounidense, apenas el 8% se exporta como grano. Del resto, un tercio se destina a la producción de etanol –y de ese volumen, un 40% corresponde al subproducto DDG o grano destilado de maíz con soluto, utilizado en la alimentación pecuaria–.
Otro tercio se transforma en proteína animal –carne y leche– y el tercio restante se utiliza en procesos industriales de los que pueden obtenerse desde productos para alimentación humana hasta bioplásticos.
“Todos estos completos usos industriales, alimenticios y bioenergéticos del maíz otorgan trabajo y desarrollo del territorio en los Estados Unidos”, consideró el técnico del INTA.
Por otra parte, Bragachini explicó que los precios de alquiler de campos buenos rondan los 700 u 800 dólares por hectárea, mientras que el precio de la hectárea de tierra está entre 20 mil y 30 mil dólares. “Más o menos el 70% de los productores producen en campo alquilado”, dijo, aunque señaló que “lo más común es un productor con el 30 a 40% de campo propio y el resto lo alquila lo más cerca posible, en un radio de 70 km”. Además, los productores cuentan con maquinaria propia para las labores de siembra, pulverización y cosecha.
“Los productores generalmente tienen la capacidad de sembrar todo el maíz en 30 días y las sembradoras más comunes son de 24 líneas a 76 cm. Eso significa una capacidad de 13 hectáreas por hora por lo que, en un día largo, pueden sembrar 160 hectáreas con una sembradora”, detalló el especialista.
A pesar de que la tendencia observada es el surco apareado a 76 cm, una sola hilera a 50 cm es la que más rinde. “En el futuro cercano, en los Estados Unidos la distancia será de 50 cm. Ahora, por la necesidad de recambio de todos los cabezales maiceros, pasarán a la doble hilera a 76 cm”, aseguró.
En cuanto al manejo por ambientes, el técnico argentino explicó que la densidad variable de semilla en cada lote –y en cada parte del lote– está muy difundida. Se refirió, así, al sistema de prescripciones de campo o field scripts, descrito como “una receta del mejor híbrido para cada lote y la prescripción de densidad variable para cada ambiente del lote, que le llegará por internet y se lo cargará a la sembradora”. Bragachini aclaró que si bien esto ya existe, “en un futuro cercano también vendrá la prescripción y la tecnología de fertilización variable”.
Con respecto a la aplicación general de fertilización, Bragachini indicó que “se utiliza fósforo, potasio y cal –para corregir el pH–, con recursos propios o contratados” y agregó que “casi todo el nitrógeno se aplica durante otoño”, aunque a veces genere pérdidas del 30%. En esa línea, el técnico comentó que “por eso mismo se aplica un 30% más del requerimiento teórico, porque el concepto es que el maíz no pierda rendimiento por falta de nutrientes”. Como dicen los farmers, Bragachini concluyó: “Un costo alto de la tierra sólo se paga con rendimientos altos”.
Con 40 M de hectáreas sembradas y unas 350 M de toneladas previstas para esta campaña, el maíz es el cultivo emblemático de los EEUU, que lidera ese mercado con el 32% de la producción mundial.
Energías limpias y renovables
El técnico del INTA consideró que los Estados Unidos contará en poco tiempo con “independencia energética”, lo cual permitirá que disponga de “energía más barata en todo el territorio para desarrollar la industria y los agroalimentos”. Esa meta se haría posible gracias a estrategias público-privadas que, en los últimos años, incentivaron el desarrollo de energías renovables que no agregan carbono a la atmósfera. “En años normales se destinan 127 millones de toneladas de maíz para la producción de bioetanol. En 2012 fueron 115 millones de toneladas, que representaron el 30,8% de la producción total de maíz de los Estados Unidos”, explicó Bragachini.
En ese país, actualmente hay 212 plantas de etanol en funcionamiento: 41 en Iowa, 25 en Nebraska, 14 en Illinois, otras 14 en Indiana, 22 en Minnesota, 15 en South Dakota y 7 en California. “Esto le dio un gran impulso al precio del maíz y la soja y una gran valorización de las tierras y las actividades industriales y agroalimentarias que se derivan, como la actividad pecuaria (carne, leche) alrededor de las plantas de etanol”, añadió.
“Es evidente que EE.UU. es un modelo a seguir en desarrollo tecnológico agropecuario y agroalimentario, dado que invierten mucho dinero en investigación básica y están hoy buscando nuevos métodos para mejorar la eficiencia del maíz en su rendimiento bioenergético”, expresó Bragachini.
En ese contexto, se refirió a una nueva línea de trabajo que permitirá extraer, además del grano, el marlo, la chala y la tercera parte del tallo para elaborar etanol de segunda generación, utilizando una cosechadora acoplada a una enfardadora prismática. Así, la máquina descarga el grano y a la vez confecciona fardos de 800 kilos que pueden transformarse en bioetanol. “De un maíz de 100 quintales por hectárea ahora obtendrán más o menos 4.000 litros de etanol del grano del grano, unos 3.000 kilogramos de DDG para animales y unas dos toneladas de residuos –marlo, chala y parte del tallo– que procesan y extraen 320 litros más de etanol por hectárea”, destacó el técnico del INTA.
Por otra parte, para hacer más eficiente la producción tradicional del etanol, se reemplazaría el método tradicional para extraer el agua al DDGS “por otro método revolucionario, sin energía, con el desarrollo de hongo y esto dejaría incluso un producto de alimentación humana”, continuó. Plantas de ese tipo, ubicadas en un radio no mayor de 35 millas de las actuales instalaciones para producir etanol, “agregarían más trabajo en origen y desarrollo local, algo que en los Estados Unidos está muy avanzado, dijo Bragachini, quien también adelantó que esos nuevos procesos tienen como subproducto un bioasfalto ya utilizado por “una empresa que está arreglando y construyendo calles a escala comercial”.
“Quieren dejar de ser el país más contaminante y están trabajando fuerte para eso. Con menos del 5% de los habitantes del planeta, Estados Unidos emite más del 23% de los gases invernaderos. Por eso el desarrollo científico bioenergético está a pleno vapor”, afirmó Mario Bragachini, quien prevé que a corto plazo comenzarán a cerrarse las usinas eléctricas a carbón mineral, que serán reemplazadas por fuentes de energía limpia y renovable.
Los grandes generadores eólicos son otro gran desarrollo observado en el cinturón verde estadounidense: con rotores de 60 metros de diámetro, producen 1,7 megas de electricidad y distribuidos en grupos de cien, conectados a la red, pueden abastecer de energía eléctrica a 300 familias.

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