Los incendios y la ausencia de un estado eficiente.
Buenos Aires, 14 septiembre - Los últimos incendios en varias provincias pusieron
en evidencia nuevamente la falta de infraestructura del Plan
Nacional de Manejo del Fuego y de políticas de Estado anticíclicas
efectivas para atender en tiempo y forma las zonas damnificadas.
Existe una gran sequía en el centro y norte del país desde hace
un tiempo, zonas agrícolas que hoy están soportando una de las
mayores consecuencias de la misma, como son los incendios –
intencionales o no- que afectan los bienes rurales y urbanos en su
totalidad en varias provincias.
Más allá de la buena voluntad de las autoridades provinciales y
nacionales y de la solidaridad ciudadana, surgen de sus mismas
declaraciones la necesidad de equiparse de otra forma para poder
limitar el desarrollo de los incendios en extensión y en tiempo y
no quedar solamente expensas de Dios para que haga llover, porque
de otra forma no hay como terminar con los mismos.
Hay países que están muy bien equipados como Chile, que pueden
limitar el fuego en plantaciones forestales, trabajo mucho más
complicado que hacerlo en campo abierto.
A fin de año la presidente se comprometió al presentar 32
unidades terrestres para la lucha contra el fuego a la entrega de
77 vehículos especiales más durante 2013 y sólo se sumaron 13.
También en ese momento había comprometido 26 aviones hidrantes,
el país tenía 14, cuatro de ellos estaban destinados en Córdoba y
se agregaron dos más a último momento.
Si hubieran estado la totalidad de los prometidos
presidencialmente, la situación hubiera sido otra.
El cambio climático es una realidad, por lo tanto los bienes y
las inversiones rurales y urbanas no deben quedar desamparadas a
la buena de Dios por cualquier evento climático.
La idea central de esta iniciativa que vengo difundiendo, es
que los productores y ciudadanos tengan una cobertura integral por
los diferentes riesgos agropecuarios como tienen los países que
planifican y diagraman a largo plazo.
Una política para cubrir los riesgos climáticos tendría el
siguiente formato:
1. Una política de seguro para cubrir los riesgos previsibles,
con subsidios a las primas que incentive su uso, cambiando la
vocación aseguradora de nuestra sociedad.
2. Crear un Fondo Anticíclico Nacional para atender los
desastres por eventos rurales y urbanos no previsibles.
España, EEUU, Brasil, Colombia entre otros países aplican este
tipo de políticas activas que potencian los intereses del conjunto
al conseguirle más altos niveles de producción y exportación.
No es casual que esta política para cubrir los riesgos
climáticos esté reconocida por la Organización Mundial de Comercio
(OMC): con subsidios "verdes" de hasta el 50% a la prima en los
seguros individuales y de hasta el 80% en el seguro colectivo a
pequeños productores.
Si estamos dispuestos a modificar esta relación del estado con
el sector agropecuario, ha llegado la hora que nuestra dirigencia
ponga en agenda este tema en esta campaña electoral y empecemos
a trabajar en una propuesta para el largo plazo.
Solamente un dato: el subsidio del 50% de la prima de seguro
agrícola como hace Brasil representaría solo 600 millones de pesos
anuales para las 19 millones de hectáreas aseguradas en el último
ciclo en la argentina.
Asumamos que para cubrir los riesgos climáticos actuales de 32
millones de hectáreas agrícolas, con una inversión anual de 80.000
millones de pesos, necesitamos políticas de estado para atenuar
las pérdidas de los productores.
Una pérdida de 5000 millones solamente en NOA no se puede
cubrir con la obsoleta ley de emergencia agropecuaria que dispone
de 500 millones de pesos como fondo.
Esta no es una propuesta para que el Estado sacrifique recursos
fiscales. Todo lo contrario: darle previsibilidad al productor
implica finalmente, mayores recursos para ese mismo Estado.
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