sábado, 28 de septiembre de 2013

Columna: Se buscan líderes, para una industria dinámica de perecederos

Por Eric Viramontes, presidente VISER
Eric-ViramontesComo sabrán, la vida aún no me ha dado la dicha de ser padre y les confieso que es un tema que en ocasiones invade mi mente y me provoca reflexión. No es una situación a la que le he sacado la vuelta, al contrario, en momentos de mi vida me ha ilusionado mucho la perspectiva de serlo, simplemente no se ha dado.
Últimamente me ha tocado convivir mucho con amigos, primos y principalmente con mi hermano, que con sus 6 hijos, me da una noción de lo que significa ser papá.
Soy un buen espectador y viendo la paternidad a distancia me intriga mucho la constante preocupación de los padres por hacer el mejor papel para sus hijos, misma que se convierte en un trabajo de tiempo completo, con total desinterés hacia su propia persona y siempre gustoso de poner en primer lugar a sus hijos. En esta labor de tiempo completo, se busca continuamente ser el proveedor de lo necesario: alimentos, vestimenta, educación, salud, además de procurar prepararlos para el futuro mediante el buen ejemplo, transmitiéndoles valores, disciplina y educando tanto sus mentes como sus cuerpos. Sin duda ser papá es fascinante ya que conlleva muchos sacrificios pero satisfacciones interminables.
Yo sin ser padre aún, soy un tanto observador, en varias ocasiones no he resistido la tentación de compartir consejos, opiniones o teorías de cómo criar a los hijos y debo decir que no es una faceta que me ayude a ser una persona más grata ni popular.
Cuando deje la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida, una organización de agricultores que junto con César Campaña me tocó levantar y dirigir por varios años, fui criticado por llamarle a ésta “mi bebé”. Ahora que veo hacia atrás entiendo el sentido de las críticas, especialmente siendo el Director General, pero creo que fue porque me tomé muy a pecho mi trabajo.
Pero aún así, creo que es una comparación muy coherente, especialmente para las personas que de forma honoraria invierten su tiempo e intelecto para ser dirigente de alguna de las muchas organizaciones que representan productores de Frutas y Verduras.
Tal vez no sea tan malo darle un sentido paternal a la dirigencia gremial, después de todo, creo que es una manera de mantener legítimas y honorables tus intenciones.
Al igual que un padre debes tomar decisiones para proveer lo necesario, buscando la autonomía de la organización, porque éstas, si no son capaces de pagar por sus operaciones y ser económicamente sustentables por sus propios miembros, simplemente no sobrevivirían. La solvencia económica es la primera evidencia de que la industria la necesita y su gremio la apoya.
También el buen padre de la organización debe promover la salud de ésta, para que siempre esté sana y firme en la industria, tanto económica como políticamente.
Desde luego también es parte de rol dirigirla y llevarla por buen camino para que ésta crezca y se fortalezca.
Ser directivo de una organización del campo significa poder y posicionamiento personal y creo que todos podemos encontrar una gran satisfacción al respecto.
Al igual que un padre por sus hijos, uno puede encontrar la mayor felicidad en los logros y éxitos de la organización, mismos que se traducen en el bien común de la industria y para los agremiados que ésta representa.
Este es el sentimiento clave, si tú crees sentir mayor satisfacción alcanzando un bien común antes que tu autorrealización, es la primera señal de que tal vez tengas madera de dirigente.
Seria ridículo que un padre sintiera celos de su hijo, o que se sintiera opacado cuando este brilla, pero por ridículo que esto suene ¡Sucede! De repente pueden llegar a nuestras organizaciones directivos que se sienten rebasados por el personal operativo de su organización y lejos de sentir orgullo e impulsarlo, deciden truncar, obstaculizar y frustrar su iniciativa, o en caso extremo,  removerlo de sus funciones para terminar definitivamente con ella.
Durante mi trayectoria me ha tocado ver cómo organizaciones se debilitan y mueren por ser trampolines políticos para alguien o cuando sirven para la agenda personal de algún individuo o la que más me molesta en lo personal, cuando ésta se convierte en el botín de algún directivo, consultor o agente externo que se aprovecha de las buenas intenciones de los otros directivos que quiere hacer lo mejor para su gremio.
El liderazgo no se logra con sólo poseer un puesto directivo, hay quienes llegan a presidir una organización porque “nadie más quiso entrarle” o por otras muchas circunstancias.  El respeto como dirigente se gana mostrando tus verdaderas intenciones con acciones, sacrificio, tiempo invertido, transmitiendo pasión, pero sobretodo,  siendo congruente con lo que dices y haces.
Dirigentes van y vienen, unos construyen, otros destruyen, pero los que pusieron pasión en su gestión son los que perduran y todos recuerdan.
Entre más avanzamos en un mundo globalizado, las organizaciones que representan las industrias de perecederos  cobran más valor, son éstas las que permiten establecer frentes de defensa, parámetros de competitividad, implementar estrategias de posicionamiento, comunicación y promoción además de ser la voz unida de la industria para la gestión con autoridades y manejo político de quienes representa.
Los mercados hoy son complejos, y en la industria de perecederos,  ingresar a un mercado de alto valor significa mucha más que sólo producir calidad. Hoy el consumidor está cambiando, pocos años atrás, la vista regía la preferencia. Los compradores querían manzanas de fotografía, colores intensos sin imperfecciones, ultimada mente del sabor. Podrías exportar con éxito piezas de fruta que a la vista fueran perfectas, aun con sabor a cartón.
De pronto el consumidor se da cuenta que las verduras y frutas deben tener un sabor fresco, que las aromas son importantes y que el contenido de azúcar es sinónimo de calidad. Por si no fuera poco el consumidor quiere sus vegetales y verduras en paquetes cómodos, quiere saber el origen de los mismos y exige poderlos consumir con la total confianza de que estos no los enfermara.
En un mercado dinámico con consumidores en evolución, se complica el estar al día de sus exigencias y poderles dar respuesta. Es aquí donde las organizaciones cobran valor un gremio puede invertir en no solo hacer un monitoreo y estudiar las tendencias de los mercados, si no a su ves trabajar coordinadamente en los caminos para satisfacer dichos requerimientos.
Se requiere establecer frentes comunes, que con participación de los gobiernos se establezcan parámetros mínimos que cuiden la integridad de los perecederos que se exportan, para que así ningún eslabón de la cadena se relaje, ni nadie se pase de listo, y solo así blindar una industria.
Sin embargo, a pesar de que hoy las organizaciones son evidentemente necesarias, veo que éstas no son tan fuertes como se requieren, muchas carecen del liderazgo necesario, en algunas hay gente con legítimas intenciones de ser dirigente y en otras sólo se denota la falta de representación y participación activa de sus agremiados.
Esto es crítico y necesitamos líderes que puedan transmitir un interés paternal a sus asociaciones, donde su rendimiento sea a base del bien común, compensando su tiempo y sacrificio con la satisfacción de los logros y beneficios a la industria además de sentir un profundo amor a su actividad.
Tal vez no sea tan malo que los directivos tengan un sentimiento paternal hacia los gremios que les toca dirigir. En cuanto a mi persona, con gusto puedo decir, que aunque no he sido padre biológicamente ya tengo algunos hijos de los que hoy me siento muy orgulloso de haber dirigido.
“Para mí el amor es la habilidad de poder hacer sacrificios, con una buena cara”.

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