sábado, 27 de julio de 2013

Sobre Vaca Muerta y las vacas vivas

No es el objetivo de estas líneas discutir sobre la política energética específicamente. Sin embargo, del acuerdo entre YPF y Chevron surgen claramente algunas de las limitantes para invertir en la Argentina: inflación, retraso y cepo cambiario, restricciones comerciales y retenciones como causas principales de pérdida de competitividad. Si la macroeconomía tiene estas normas como parte de "el modelo", se enfrenta con la opción de hierro de tener que crear condiciones excepcionales cuando resulta insostenible seguir sin inversiones en un sector de la economía; es el caso de la energía.
La discusión ya no es ideológica. No existe ninguna ideología vigente que crea que se puede generar riqueza, desarrollo y empleo sin inversiones. Si el objetivo es tratar de "zafar" cuando la desinversión es extrema en un área, surgen ideas locas como el fideicomiso de devolución de retenciones de trigo del DNU 516/13, o pretender reactivar la actividad inmobiliaria con Cedin y blanqueo de dinero sucio, o condiciones de excepción negociadas por empresa como las que se le otorgarán a Chevron. Estos ejemplos, y algunos otros, tienen en común la idea de emparchar discrecionalmente, por área, un modelo que hace agua por todos lados. Un Moreno que corre por la casa tapando goteras con poxilina cuando la cañería está podrida y explota por todos lados. Esto no es ideología, es lisa y llanamente mala praxis.
Como con muchos otros sectores de la economía, la capacidad de inversión en el sector agropecuario y agroindustrial sería capaz de generar desarrollo y empleo si se crearan las condiciones requeridas en forma general, previsible y sostenida en el tiempo. No hay que copiar a los tigres asiáticos de los 80 y los 90, tenemos que tomar ideas de lo que hacen Paraguay y Uruguay, ni mucho más ni mucho menos. Si miramos el problema tan actual del trigo y la harina, la solución es evidente para los que conocen el negocio. Liberar la exportación y eliminar las retenciones y en 2 años seguramente el área sembrada de trigo se duplicaría, el trigo volvería a los precios internacionales y el pan a los 11 pesos el kg en moneda de hoy y sin restricciones de horario. Visto desde un punto de vista más macro esto implicaría una inversión de más de 2000 millones de dólares anuales, hecha por más de 40.000 pymes distribuidas en todo el país.
Está bien pensar en Vaca Muerta, pero no nos olvidemos de las que están vivas. Liberar las exportaciones de carnes, eliminar las retenciones y asegurar los reintegros de exportaciones a la industria frigorífica son los primeros pasos necesarios para recuperar la ganadería vacuna. Cuando parecía que comenzábamos a recuperar la pérdida de 12 millones de cabezas, estamos entrando en un período de liquidación de vientres que en unos meses será visible en los índices estadísticos. Con esta política la ganadería de carne argentina va rumbo a convertirse en una actividad menor, capaz de abastecer un mercado interno decreciente y a perder otros 5000 puestos de trabajo después de los 15.000 que ya ha perdido. No sólo no cumplimos la cuota Hilton, tampoco estamos aprovechando otras cuotas más favorables que la Hilton mientras nuestros vecinos cumplen ambas, se instalan en nuestros mercados tradicionales y exploran exitosamente nuevos mercados asiáticos. Nosotros sólo existimos en el mercado del mondongo y otras menudencias.
Este camino de mala praxis, y la contrapartida del enorme potencial de expansión, se da en el tomate y la fruta y los vinos y el algodón y la mayoría de las economías regionales.
La posibilidad de generar desarrollo y empleo es hoy en la Argentina una decisión política. Si no la tomamos pronto, mañana será tarde para el país. Si no la tomamos hoy, ya es tarde para muchos hogares que ven el desempleo, la pobreza y el clientelismo como único proyecto de vida.

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