miércoles, 15 de mayo de 2013

Las asociaciones de maíz de Argentina, Brasil y Estados Unidos rubricaron una alianza estratégica

 


En el marco del último panel del Congreso Maizar 2013, realizado este martes en el Hotel Four Seasons en la ciudad de Buenos Aires, las asociaciones de maíz de Argentina, Brasil y Estados Unidos firmaron un memorando de entendimiento para formar una alianza de América del Norte y del Sur.

El objetivo de dicha alianza es colaborar en forma global con los productores maiceros en aspectos de seguridad alimentaria, biotecnología, administración y comercio. La alianza Maizall fue firmada por Don Fast, presidente de USGC; Pamela Johnson, presidente de la NCGA; Alberto Morelli, presidente de MAIZAR; y Sergio Luiz Bortolozzo, vicepresidente de ABRAMILHO.

"Las poblaciones y economías continúan creciendo y la clase media global está en rápida expansión. Se espera que la población mundial aumente a más del 30 por ciento en los próximos 40 años, de 7 mil millones en 2012 a más de 9 mil millones para el año 2050. ", dijo Don Fast, presidente de USGC.

"El aumento y el poder adquisitivo de la población llevaron a una creciente demanda de maíz y otros alimentos e ingredientes alimenticios, considerando que las dietas están mejorando a nivel mundial", agregó.

En tanto, Pamela Johnson, presidente de la NCGA, dijo que "la seguridad alimentaria es una prioridad para cada país", y agregó que "existen países que sin ser autosuficientes en la producción de alimentos, pero a largo plazo, por calidad, se pueden convertir en proveedores confiables”.

Por su parte, el titular de Maizar, Alberto Morelli, señaló que "a medida que aumenta la población mundial, los agricultores en los países exportadores son desafiados a crecer más con menos, y deben mejorar la administración y sostenibilidad”.

Del mismo modo, Sergio Bortollozo, vicepresidente de Abramilho, comentó que “estamos en un momento en el que el crecimiento de la clase media está ejerciendo una presión sostenida en los precios de los alimentos".

"La falta de previsibilidad basada en la ciencia reguladora y las políticas comerciales para la aprobación de nuevas tecnologías de cultivo por los gobiernos en todo el mundo están imponiendo una carga agobiante en la innovación”, añadió Bortollozo.

“Para los productores, los retrasos en la introducción de nuevas tecnologías significan pérdida de oportunidades en pos de un mayor rendimiento y menores costos; y para los consumidores ante el aumento cada vez mayor de los alimentos cada vez más, las consecuencias son más agudas", culminó.

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