sábado, 18 de mayo de 2013

El éxito de una empresa depende de la capacidad de reinventarse a sí misma


La crisis que atraviesa el modelo de negocios basado en la explotación de tierras arrendadas debe analizarse no sólo desde el punto de vista operacional, sino también desde la concepción estratégica de cada empresa. Desde el punto de vista operacional, el modelo es víctima de su propio éxito durante los primeros años de la década pasada al considerar que variables externas tales como precios, clima, tipo de cambio y presión impositiva iban a acompañar favorablemente el crecimiento continuo del área sembrada.
La suba de precios del mercado internacional de granos potenciada por el ajuste cambiario de 2001 embriagó de rentabilidad al modelo y desató una frenética carrera por arrendar tierras donde la modalidad de contratos accidentales por un año derivó en la sojización cortoplacista de la agricultura en desmedro de planteos agronómicos de largo plazo.
Una década más tarde, los alquileres duplicaron su valor en quintales, los costos fijos se cargaron con mayor cantidad de personal y muchos de los costos variables como los fletes se fueron de control. Los riesgos subieron, la calidad del negocio se desbarrancó y la ecuación agronómica se deterioró notablemente.
En el ínterin, las ineficiencias operativas y deseconomías de escala eran maquilladas año a año por la suba de los precios internacionales hasta que la sequía de 2008/9 le dio un golpe demoledor al modelo y dejó al descubierto su verdadero rostro. El capital de trabajo se vaporizó y las enormes pérdidas licuaron el patrimonio, generando un mayor endeudamiento.
"Un mal año" pensaron muchos con la esperanza de recuperarse en el próximo ciclo, pero no fue así. A partir de 2009/10 los precios, si bien atractivos, no fueron suficientes, el clima no acompañó en la medida de lo esperado, los mercados locales se enrarecieron y los costos siguieron creciendo. Sin embargo, se siguió convalidando alquileres irracionales pagados por anticipado en un contexto de caída de rentabilidad.
De cara al ciclo agrícola 13/14 la proyección de rentabilidad en campo alquilado es muy pobre y obliga a cada productor a replantear su ecuación de precios, rindes, costos, gastos financieros y presión fiscal. El 60% de las 35 millones de hectáreas sembradas en el país son alquiladas y seguirán siendo explotadas, pero bajo nuevas condiciones. No sólo se debe repartir mejor el riesgo y renegociar alquileres a la baja, sino que también se debe aumentar la eficiencia operativa, bajar costos fijos y gastos financieros dentro de un planteo agronómico sustentable.
Desde el punto de vista estratégico es necesario observar la flexibilidad del modelo de negocios de cada empresa ya que aquellos que son rígidos y sólo se enfocan a la producción de granos restringen sus opciones para mejorar resultados. En cambio, aquellos que exploran sus adyacencias así como la posibilidad de integración en las cadenas de valor están en mejores condiciones de crecer con éxito. Esto aplica tanto a las grandes empresas como a los productores individuales. Pueden generar servicios de logística, asesoramiento, aplicación de insumos, etcétera, así como agregar valor a los granos transformándolos y avanzando en el proceso productivo (por ejemplo: maíz en carne porcina / vacuna o trigo en harina / pastas) minimizando costos de logística, administrando la presión impositiva y accediendo a mercados más transparentes.
Para hacerlo, el productor puede recurrir a modelos asociativos tales como las cooperativas, joint ventures o simples sociedades donde la suma de varios de ellos permite tener mayor masa crítica y generar mayor conocimiento e innovación a la hora de enfrentar nuevos desafíos. Frente a condiciones cambiantes del mercado, con alta volatilidad e incertidumbre, el éxito de cada empresa depende de su capacidad para reinventarse a sí misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.