domingo, 26 de mayo de 2013

El estrés por calor también afecta a los terneros

Una de las causas es la menor transferencia pasiva de inmunidad.
No son sólo las hembras lactantes y gestantes las que sufren los efectos del estrés por calor, sino que también puede se comprometer el desarrollo del ternero debido a un más bajo peso al nacimiento y una peor inmunidad.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Florida ha descubierto que los terneros nacidos de madres que sufren estrés por calor pesaban 13 libras (5,9 kg) menos al nacimiento que los terneros nacidos de hembras sin dicho estrés, y 28 libras (12,7) menos en el destete, tal y como informa The Cattle Site.
Una causa fundamental de este hecho es la menor absorción de anticuerpos del calostro. La investigación, publicada en la revista Journal of Dairy Science, demuestra que aunque el contenido en inmunoglobulina G (IgG) de la la leche de la madre no se vio afectada, la eficiencia a la que el ternero la absorbe es menor.
Para demostrarlo, expusieron 34 vacas secas 45 días antes del parto a dos temperaturas. La mitad estuvo en condiciones ambientales y la otra mitad fue expuesta a frío por medio de ventiladores y aspersores.
El estrés por calor en las vacas gestantes se estimó midiendo la temperatura rectal, la ingestión de alimento y la producción de leche durante la siguiente lactación.
La prueba mostró que los terneros procedentes de madres estresadas tenían menores concentraciones de IgG durante los primeros 28 días cuando se comparó con terneros procedentes de vacas sometidas a temperaturas más frías. Esto indica una menor transferencia pasiva de la inmunidad.
Sin embargo, la inmunidad mediada por células también estuvo comprometida en los terneros procedentes de madres estresadas. Esto se determinó por pruebas serológicas que analizaban las células blancas de la sangre. Se encontró que había menos linfocitos en circulación a los 7, 28, 42 y 56 días de vida, al medir las respuestas de células B y células T, aunque los científicos advirtieron que no pudo determinarse la función de las células B.
No se encontraron diferencias en la ganancia de peso diario entre los dos grupos de terneros. De la misma manera, el peso corporal y la altura desde el destete hasta los siete meses de vida tampoco se vieron afectados.
Es por todo esto que, según se acerca el verano, miembros del personal de la Universidad Penn State advierten a los productores que revisen la ventilación de los establos y evalúen ciertas estrategias de enfriamiento.
La idea es que estos resultados sobre el desarrollo de los terneros hagan a los ganaderos pensar que el estrés por calor no es simplemente un problema de bienestar y de producción de leche, sino que también es un asunto de gran impacto para los terneros.

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