jueves, 9 de mayo de 2013


Cristina finalmente habló del dólar: negó devaluación y dejó en claro que para ella la política está por encima de la economía

Eligió el momento más caliente del mercado para referirse a la divisa. Enfatizó que no piensa en un ajuste brusco del valor oficial si bien su argumentación fue confusa. Pero economistas creen que habrá desdoblamiento cambiario formal tras los comicios y analizan lo bueno, lo feo y lo malo.
Nadie devalúa pocos meses de unas elecciones“. Esta frase hoy día, es la que suele escucharse en algunas charlas de café o en los pasillos de las empresas.
Cristina Kirchner está demostrando tener bien en claro esa máxima de la política argentina.
Justo en el momento más caliente del debate sobre el dólar, y cuando el mercado hervía en especulaciones sobre inminentes medidas, declaró lo que está en el manual de todo candidato en campaña: aclarar que, pase lo que pase y caiga quien caiga, no piensa devaluar.
El timing político no podía haber sido mejor, dado que la semana pasada Federico Sturzenegger, titular del Banco Ciudad y uno de los principales referentes económicos del PRO, se había animado a cuantificar en 40%la necesidad de ajuste del tipo de cambio oficial.
Esas declaraciones del economista habían implicado la ruptura de un tabú, ya que en la Argentina sigue siendomal visto decir explícitamente que se está a favor de depreciar la moneda, incluso cuando el diagnóstico unánime sea el de un inocultable retraso cambiario.
Es por eso que los economistas más críticos suelen cuidarse de mencionar esa palabra, y advierten quepromover una corrección brusca del precio del dólar no tiene sentido si, además, no va acompañada de otras medidas, principalmente en los planos fiscal y monetario.
La Presidenta volvió a demostrar sus reflejos políticos, transformando debilidad en fortaleza: ante lo que parecía una presión insoportable del mercado por reconocer la influencia de un blue a casi $10, Cristina emergió con una rotunda desmentida respecto a la posibilidad de una devaluación.

La jefa de Estado asimiló la adhesión a su actual política cambiaria con una postura de principios.
“Los que pretendan ganar plata a costa de devaluaciones van a tener que esperar a otro Gobierno, éste no”, disparó la Presidenta, quien subrayó que “ese es el cuentito de siempre en la Argentina”.
En su visión, y según explicó, “no se trata solamente de una cuestión de sensibilidad social, simplemente de inteligencia y de lectura correcta de lo que ha pasado en la Argentina en los últimos 50 años, con los procesos devaluatorios impulsados”.
“Está visto cómo quedaron los Gobiernos que cayeron en las recetas devaluacionistas“, enfatizó.
El timing buscado estuvo dado, también, por el hecho de que este lunes se dio a conocer el informe regional del FMI para las Américas. Y en el capítulo referido a la Argentina -además de los consabidos cuestionamientos por la inflación y manipulación estadística- la entidad señaló que la política cambiaria está obstaculizando unarecuperación de la economía.
Para un Gobierno que ha hecho de las peleas retóricas con el organismo un ingrediente fundamental de su marketing político, estas críticas vienen a ser una bocanada de oxígeno más que una complicación.
La política, por encima de la economía
Sin embargo, la argumentación económica de Cristina fue algo confusa.
Es que sostuvo que la adhesión a la actual política cambiaria beneficia a la industria y al empleo, algo quecontradicen todos los indicadores de las economías regionales y todas las cifras que dan cuenta sobre ladinámica de producción y creación de puestos de trabajo en el sector privado.
También evitó explicar por qué, si la justificación para mantener el tipo de cambio bajo es darle a los empresarios la posibilidad de importar maquinaria a precio más conveniente, la inversión sufrió una profunda caída de 5 puntos del PBI.
Para negar el retraso cambiario se valió de una nota publicada por un diario oficialista, que muestra cómo todas las monedas se han apreciado en la región en la última década. Al punto que si Uruguay quisiera tener el mismo tipo de cambio de 2002, debería llevar la paridad a 58 pesos por dólar cuando la cotización actual es de 19 pesos.
Intentó, por otra parte, ligar a Domingo Cavallo con los argumentos pro devaluacionistas, cuando precisamente el controvertido ex ministro escribió días atrás en su blog que Cristina tenía razón en negarse a devaluar, porque si lo hiciera sería inevitable un estallido inflacionario.
Pero más allá de eventuales confusiones en lo económico, quedó en claro una vez más que la Presidenta sabe lo que significa para la opinión pública la posibilidad de un cambio brusco en el tipo de cambio, aun cuando el blue se haya disparado.
De este modo, vinculó los argumentos de los analistas respecto de la pérdida de competitividad con una postura antinacional. Y recordó que en cada campaña electoral llegan las versiones alarmistas sobre medidas drásticas.
Curiosamente, también evitó referir que en 2011 las versiones no habían sido erradas porque, tras haberse dado un récord en la fuga de capitales -a los pocos días de haber sido reelecta- la Presidenta implementó elcepo cambiario, del cual no había dicho una sola palabra en la campaña proselitista.
Ahora, lo que quedó en claro es que no habrá modificaciones a la “flotación administrada” del tipo de cambio oficial y que, aparentemente, quedaron en carpeta las propuestas de Axel Kicillof para implementar undesdoblamiento que “blanquee” la existencia del blue.
Y, por cierto, la gran duda es cómo reaccionará el mercado tras las declaraciones de la jefa de Estado. En principio, todo apunta a que los motivos que justificaban la brecha cambiaria no sólo siguen en pie sino que seacentuarán.
El blue, un “viejo” conocido
Ya es casi un ritual en el mercado financiero local que cuando el dólar blue se descontrola, surgen voces que reclamen que el Gobierno “haga algo más” de lo hecho hasta ahora, directa o indirectamente.
Pero la realidad está mostrando algo peor que la brecha en sí. Y es el temor a que ahora sea tarde para corregir las distorsiones.
Me sorprende cómo la disparada del blue haya sucedido tan tarde, porque hay desequilibrios groseros que vienen arrastrándose desde hace muchísimo tiempo”, señala Ricardo López Murphy.
El ex ministro de Economía es contundente en su apreciación: “El dólar paralelo pulveriza la inversión. Además, con el desdoblamiento y el surgimiento de una divisa marginal, se desalienta la actividad exportadora, o las que agregan valor, en pos de la compra de autos importados o del turismo, que agregan poco valor”.
Alfonso Prat Gay coincide con Lopez Murphy: “El cepo cambiario influye sobre toda la economía. A los inversores no les conviene traer sus dólares al cambio oficial. A los exportadores tampoco les sirve el valor que les da el Banco Central”.
Y añade que “esa falta de inversión ya se observa en el sector energético y en varias ramas de actividad, como la inmobiliaria”.
Uno de los que cree que el comportamiento actual del blue ya no responde a aspectos meramente económicos sino a una cuestión de confianza expectativas es Eduardo Levy Yeyati, analista de gran reputación.
Incluso, sostiene que ya se pasó el cuarto de hora para poder defender el peso frente al dólar, por ejemplo, incrementando la tasa que pagan los bancos por los plazos fijos.
Lopez Murphy coincide: “Si las tasas de interés serían del orden de la inflación quizá la brecha sería menor. Pero si el Gobierno ahora las sube, le aparecen otros problema, y al querer arreglarlos surgirán otros, y otros y así sucesivamente, porque los desequilibrios son muchos”.
Optar por el mal menor
Otros analistas creen que, dado que el mercado ya hizo su propia devaluación en el paralelo, lo mejor que puede hacer el Gobierno es optar por el mal menor y formalizar el desdoblamiento cambiario.
Es decir, “legalizar” los diferentes colores que ha tomado el dólar.
La idea del desdoblamiento formal ha ganado en protagonismo en la medida en que la divisa marginal se fue alejando de la oficial que, a su vez, ha hecho que empresarios y particulares tomen como referencia este último valor a la hora de evaluar sus decisiones de compra o venta.
En esencia, el desdoblamiento cambiario consiste en establecer un sistema de “dólares diferenciados“. Por ejemplo, uno para turismo, otro para importaciones, otro financiero.
Incluso hoy día ya existen múltiples cotizaciones: el llamado dólar turista (oficial más 20%), sojero (oficial menos el 35%), el de productos importados (oficial), el inmobiliario (celeste o blue), el del “conta con liqui” (de casi el doble que el oficial) o el del paralelo, entre otros.
La consultora Empiria evaluó las ventajas y desventajas respecto a que finalmente -pasada las elecciones- el Gobierno avance en tipos de cambio diferenciados.
Es decir, uno mayor para atesoramiento, giro de dividendos, viajes e importaciones suntuarias y sustitutivas de la producción local y otro más bajo para las ventas externas agrícolas y las compras de insumos industriales o bienes de primera necesidad, como medicamentos.
“Podrían presumirse dos o más paridades, de acuerdo con el objetivo inmediato que se pretenda”, indican desde la consultora dirigida por Hernán Lacunza.
“Entre sus ventajas, se estimularía alguna oferta voluntaria de divisas a la nueva paridad y sería ´vendible´ como política industrial, al darle oxígeno a las economías regionales y a la producción de manufacturas”, agregan.
También legalizaría la “retención extra” al sector agrícola que recaudaría el Estado. En tanto, el efecto inflacionario ya estaría descontado porque “algunos precios ya se indexan al blue”.
“Entre las desventajas, se destaca el hecho de que convalida la expectativa devaluatoria, al tiempo que resultaría inútil y efímero si, paralelamente, no se aplica un programa anti-inflacionario”, comenta Lacunza.
En cuanto a las cuentas del Banco Central, la medida implicaría un eventual sacrificio transitorio de reservas y una suba de las tasas de interés, que se estima “controlable si el cepo se desarma gradualmente”.
Pero la mayor dificultad para aplicar varios tipos de cambio es que se trata de un experimento sobre unmercado especialmente sensible dada la desconfianza que hay sobre el Gobierno. 
Para Luciano Cohan, economista jefe de la consultora Elypsis, “desdoblar un mercado cambiario es mejor que tener un dólar oficial al que no se accede y uno ilegal”.
“Se generaría un mercado libre donde el precio se regularía solo, y favorecería la entrada de divisas para inversiones”, completa Cohan.
“El desdoblamiento legalizaría muchas operaciones, como las inmobiliarias, y simplificaría varias transacciones de la gente que tiene todo declarado y no puede ir al blue”, especifica el economista de Elypsis.
“Eso sí, si con el paso del tiempo no se corrigen las distorsiones , puede llegar a pasar lo mismo que en Venezuela, que entró en un proceso de devaluaciones periódicas con más inflación y un dólar desbocado”, advierte Cohan.
Aldo Pignanelli, que se muestra escéptico a que el Gobierno formalice el desdoblamiento apunta un dato por demás significativo: “Con el paso del tiempo, los precios de los distintos tipos de dólar siempre convergen en el valor más alto, por lo que una medida de este tipo termina siendo poco sustentable. Además, todos estarían subsidiando a aquellos que pueden acudir al tipo de cambio comercial”.

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