sábado, 4 de mayo de 2013

Columna: Innovar o morir


Por Eric Viramontes, presidente Visión y Servicios
Eric-Viramontes-292x300 (2)En uno de mis últimos viajes, en un aeropuerto, me encontré un interesante libro de Reid Hoffman, Cofundador y Presidente de Linkedin.
Me llamó la atención la introducción del libro, en donde narra la historia del gran imperio caído de Detroit en los 50´s y 60´s. Tres grandes empresas dieron lugar a convertir a esta metrópoli en un imperio, posicionándola como la 4ª ciudad de la Unión Americana.
La industria automotriz generó más de 2 millones de empleos, creando una microeconomía exclusiva de esta urbe, en donde cientos de negocios fueron abiertos derivado de las necesidades que representaban las fábricas de autos.
General Motors, en 1955, llegó a ser la primera corporación en alcanzar un valor de 1,000 millones de dólares.
Sin embargo, el imperio no duró, dichas corporaciones llegaron al punto de la casi extinción, cerrando plantas, perdiendo cientos de miles de empleos y matando estas microeconomías que, sin lugar a duda, afectaron la macroeconomía de Estados Unidos y fue hasta 2009 cuando el Presidente Barack Obama logró rescatarlas.
Dice el autor que fue la falta de inventiva, innovación y la pobre respuesta a las nuevas necesidades, fueron las que casi extinguieron a los dinosaurios de la industria automotriz americana.
Mientras que nuevas marcas fabricaban carros compactos, económicos y prácticos, los americanos se mantenían aferrados a una reputación de carros sólidos y poderosos, con grandes motores y líneas muy clásicas a precios poco competitivos.
Nadie creía que el norteamericano pronto preferiría el carro japonés, coreano y europeo sobre las marcas que daban identidad a su nación, pero sucedió.
Como deben imaginar soy orgullosamente mexicano y en mi país he sido testigo del nacimiento una industria, que surgió a la par de mi vida profesional. Somos, de hecho, de la misma edad.
La industria de invernaderos que llega  a mi país  en los 70´s, se consolida a finales de los 90’s y llega a su esplendor al cierre de la década pasada.
Es una industria que supera hoy las 22 mil hectáreas, cuyo valor de infraestructura asciende a los 7 mil millones de dólares y significa un valor en ventas anuales de casi 3 mil millones de dólares en exportaciones, considerando el mercado nacional y de exportación.
En 12 años se ha gestado la vida de casi 600 empresas nuevas y ha generado cerca de 1 millón de empleos. Cualquiera diría que es una industria en su máximo esplendor.
Sin embargo, debo decir que a leer del caso Detroit, me hace llegar a la  siguiente reflexión: “reinventar e innovar o morir”.
Durante los encuentros que he tenido con agricultores en los distintos lugares del mundo a los que he viajado, escucho siempre lo mismo, su ventaja competitiva es contar con la mejor tierra, clima y conocimiento de su cultivo, es más, yo mismo me he escuchado hablar del clima de México, las privilegiadas tierras que tenemos y la tradición agrícola como ventajas competitivas, sólo que en mi caso,  lo que digo es la verdad, lo juro…
Sin embargo, también me encuentro con la errónea fijación de hacer lo que el productor vecino hace sin querer salir de un área de confort, es decir, producir lo que todos producen, comercializar producto fresco a los mismos mercados a los que todos comercializan utilizando los mismos esquemas de distribución, contribuyendo a llevar los mercados al límite, generando saturaciones y caídas de precio.
Se supone que el ser competitivo definitivamente habla de ser productivo, eficiente y contar con la calidad requerida, sin embargo, la palabra clave en la definición de competitividad es “diferente”, es decir,  ofrecer algo diferente a lo que ofrecen los demás.
Estoy de acuerdo que debemos comunicar que somos excelentes agricultores, la calidad, inocuidad, y seguridad nos pone en una posición de liderazgo, lo sé porque dediqué 6 años de mi vida a hacer que el mundo se diera cuenta de esto y, sin duda, también hay que invertir en divulgar esta historia.
Quizás mi frustración más grande es percibir que segmentos de la industria agrícola no cree en la necesidad de reconversión, los mismos dirigentes de los gremios calificaban los proyectos de prospección de mercados como una pérdida de recursos, argumentando la necesidad de enfocarse en la Unión Americana como mercado natural.
Parecería que las agrícolas basan su estrategia comercial en la teoría de que la gente come tomates, somos muchos los que poblamos el continente y, por ende, se requieren muchos tomates en el mercado; o bien, el análisis más típico, el vecino produce “X” producto y lo vende, por lo tanto debo hacer lo mismo.
México invierte anualmente un presupuesto oficial de aproximadamente 35 millones de dólares en la promoción comercial y fomento a las exportaciones, cuando el valor de las exportaciones agropecuarias de mi país supera los 19 mil millones de dólares. Sin decir más, solo diré que está muy lejos de ser suficiente.
Todas las grandes industrias del mundo invierten fuertes porcentajes de sus ingresos a la innovación, el mundo ha generado todos los avances tecnológicos con los que contamos, gracias a la cultura del fracaso. A decir verdad, grandes compañías surgen del fracaso. Un ejemplo de ello es la empresa Apple, quien logró sus éxitos tecnológicos gracias a cientos de fracasos y a la cultura de seguir intentando hasta alcanzar el éxito.
También es justo decir que todas las industrias invierten fuertemente en investigación, exploración y estudios de mercado para conocer las necesidades del consumidor y buscar innovaciones que satisfagan sus necesidades y les permitan llegar a sus clientes.
Si bien es cierto que el campo es la base de la economía de una nación, entonces las innovaciones tecnológicas, comerciales y de mercados debiesen ser prioritarios y tanto industria y gobiernos debiesen invertir fuertemente en dichos conceptos.
Aún estamos a tiempo, que igual a los grandes de la industria automotriz de los 70´s y 80´s. Estamos cometiendo el error como grandes líderes de la producción de frescos al albergarnos en una buena reputación pero ignorando las oportunidades actuales y sobretodo desconociendo las necesidades reales de los mercados.
Hoy es necesaria la innovación, tomar riesgos, invertir en exploración, diversificar y, sin lugar a duda, industrializar.
Nada de esto está peleado con defender nuestra posición actual como líderes productores de frescos, pero para mantener ese liderazgo necesitamos mantenernos competitivos.
La competitividad significa mantenerse al día para satisfacer las necesidades del mercado cautivo pero principalmente significa crear el factor que hace diferente a tu producto en el mercado.
Estoy plenamente convencido de lo que he predicado durante estos últimos años. Espero que otros puedan percibir esta Visión.
Pueden seguir a Eric Viramontes en su cuenta de Twitter: @ERVS_VIRAMONTES

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