miércoles, 10 de abril de 2013


Videos hot: escándalo, pero también descuido


La violación de la privacidad en Internet es tema de debate. Cuál es la tipificacion de estos delitos y las consecuencias psicológicas de un fenómeno que puede evitarse.


Aunque pareciera que “dominan” nuestras vidas, internet y las redes sociales que en ella se tejen son grandes desconocidas. Buena prueba es que ante la difusión cada vez más habitual de fotos, videos sexuales o secretos íntimos que se esparcen como reguero de pólvora en sus espacios, nos resulta casi imposible lograr un control de su propagación. Los “trapitos al sol” en versión high tech se diseminan con la velocidad de la luz y pueden traer graves consecuencias a quienes se ven expuestos a los millones de miradas de curiosos desconocidos. 
El doctor Raúl Martínez Fazzalari, especialista en Delitos Informáticos y Profesor de Derecho de Nuevas Tecnologías en la UCES, explica: “Con la modificación en el año 2008 del Código Penal Argentino se tipificaron e incorporaron una serie de nuevos delitos que involucran a las acciones llevadas a cabo por medios electrónicos.
Según el Artículo 153, puede ser reprimido con prisión de quince días a seis meses quien acceda, se apodere, suprima, intercepte o desvíe de su destino indebidamente una comunicación electrónica que no le esté dirigida, sea de carácter privado o de acceso restringido.
Si además de acceder, se da a conocer su contenido, la pena puede ir de un mes a un año de prisión. El Artículo 155 agrega que si esta publicación causa daño o perjudica a terceros, su responsable puede ser penado con una multa de 1.500 a 100.000 pesos”.
En concreto, nadie puede acceder sin consentimiento a datos ajenos de orden privado: “La norma pretende proteger el contenido de una comunicación y los datos existentes en un sistema de acceso personal o restringido, sea una base de datos, un teléfono celular o una computadora personal. Y aunque genérica, incluye perfectamente la protección al derecho a la intimidad”. 
¿Un daño imborrable?
Lo más complejo y traumático para los damnificados es averiguar quién obtuvo o extrajo el contenido íntimo; cómo y por dónde comenzó a distribuirse y qué hacer para eliminarlo.
“La primera opción de demanda es, sin duda, a la persona que tomó lo que no le correspondía -indica Martínez Fazzalari-. El es el principal responsable de la acción. Si esto no es posible, se puede intentar establecer qué responsabilidad tienen en el daño quienes reproducen o actúan como enlaces de ese material privado. Se debate si los proveedores como Google, Yahoo o Youtube tienen capacidad técnica de control de todas las páginas que se indexan, si son responsables por la difusión de ese material o si son sólo facilitadores de la información. No hay aún una postura definida en nuestra jurisprudencia”. Sucede -perturbador- que más de dos milenios de historia del Derecho hoy no pueden en la batalla contra sólo diez años de uso masivo de internet y redes sociales.
“Hay negligencia en quien tira o se deshace de su propio dispositivo móvil o PC con un contenido eliminado, pero que aún es posible recuperar por quien lo encontró. Muchos datos quedan guardados en las memorias. Pasa con fotos, videos o mensajes de celular”, explica el abogado.
Es bueno, cuenta, saber que existe en el mercado software especial para su supresión definitiva. “Acciones como grabar escenas íntimas son privadas y no están sujetas al juzgado de nadie. Así lo reconoce nuestra Constitución Nacional. Pero el cuidado, resguardo y protección de los datos o imágenes es responsabilidad primaria de su titular. El deber de cuidarse es una tema capital a la hora de delinear responsabilidades”.
La frontera invisible
El especialista se refiere a que en estos tiempos de amigos ciberespaciales con los que jamás pasaríamos tiempo en la vida real; de necesidad de mostrar a todos en fotos cada cosa que nos pasa en la vida, y de redes que “enredan”, hay que ser extremadamente cautelosos y criteriosos.
“Si yo mismo subo algo aunque sólo sea para que lo vean mis contactos, luego no puedo argumentar que se apropiaron de esos datos en forma ilegal”. El consejo apunta expresamente a padres novatos de niños nacidos en un mundo digital.
“Yo dividiría el tema entre la exposición en las redes sociales por otro sin aviso y sin acuerdo alguno y la autoexposición”, sostiene el licenciado Carlos Saavedra, Presidente de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. 
“Hay mucho voyeurismo -dice el doctor Adrián Sapetti, del Consejo Directivo de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana-. Uno ahora, además, se graba y encuentra una especie de goce y regodeo en el hecho de que lo estén viendo millones de personas. Pero del ser visto y ver y gozar, se pasó a una complicación familiar y legal: te ve gente que no querés que te vea, empiezan a llamarte o mandar mails y la cosa se escapa de las manos”.
Palabra de Freud
Que la exposición la realice un tercero sin autorización ni aviso previo, al licenciado Saavedra lo lleva a una definición tomada de Freud en su texto “Lo Ominoso” -Lo Siniestro-: “Siniestro es aquello que estando destinado a permanecer oculto, ha salido a la luz. Las consecuencias de violar la intimidad pueden ser devastadoras porque afectan profundamente las relaciones afectivas, incluyendo las familiares, amistosas y laborales. Situaciones como éstas han generado incluso casos extremos como asesinatos. Y desde el punto de vista subjetivo cumplen las condiciones para devenir traumáticas. Elijo la acepción de trauma que remite a la cantidad y/o cualidad excesiva de un estímulo que impacta el psiquismo y que no puede ser procesado por los medios habituales. Podría decir que, en líneas generales, resulta imposible que la persona expuesta continúe la rutina cotidiana como si nada hubiera sucedido. Su historia previa es clave porque determina los recursos con que contará para enfrentar este desgarramiento. A veces es necesaria la consulta profesional. Una imagen o un video exhibidos de este modo no tienen historia, producen un impacto directo. Es necesario historizarlos, recrear las circunstancias en que se generaron, crear una trama que haga posible comprenderlos y permita al psiquismo cicatrizar la herida”.
Guiar a los chicos
Como conclusión y advertencia, los profesionales consultados recomiendan tener extremo cuidado al colgar fotos e información a las redes sociales. “Uno tiende a pensar que puede tener algún control sobre ellos, pero no es tan así –dice el doctor Martínez Fazzalari-. La posibilidad de que otro los copie, los guarde o los suba a internet son muy grandes y luego borrarlos se torna muy difícil, cuando no imposible. La mejor norma que podemos tener es aquella que surge de nuestra responsabilidad y cuidado, en especial con el uso que están haciendo los menores de edad con sus datos e imágenes”.
Según Saavedra, “debemos prepararnos, como ha sucedido en todas las épocas, para enfrentar las consecuencias del presente. No todo es catastrófico y la informática es un recurso poderoso para la información, la investigación y el conocimiento. Los adultos tenemos la responsabilidad indelegable de aprender con nuestros jóvenes a manejarla sin renunciar en ningún caso a nuestro compromiso para guiarlos en su utilización y sus consecuencias, deseadas o no”.

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