lunes, 15 de abril de 2013


Postergar la venta de soja, ¿es un acto de terrorismo?

Postergar la venta de soja, ¿es un acto de terrorismo?.
El gobierno nacional amenazó con calificar como acto terrorista -y actuar en consecuencia- a la demora en vender soja. ¿Quién decide cuál es el momento más apropiado para vender determinado producto fabricado por el sector privado? ¿Son también terroristas quienes no ocupan una vacante, esperando un puesto de trabajo mejor remunerado.


El gobierno nacional amenazó con calificar como acto terrorista -y actuar en consecuencia- a la demora en vender soja. ¿Quién decide cuál es el momento más apropiado para vender determinado producto fabricado por el sector privado? ¿Son también terroristas quienes no ocupan una vacante, esperando un puesto de trabajo mejor remunerado; o quienes esperan la Feria del Libro para lanzar obras que hace tiempo fueron escritas y podrían haber sido impresas antes?
Al respecto entrevisté al norteamericano Michael Louis Mussa (1944-2012), por ser un experto en macroeconomía de corto plazo en economías abiertas. Por su estilo de exposición, más cercano al sermón que a la presentación académica, se autotitulaba "el reverendo Mussa". Mordaz, sobre el permanente optimismo de Michel Camdessus, afirmó que "él no solamente ve el vaso medio lleno, en vez de medio vacío, sino que ve el vaso medio lleno aunque no haya ningún vaso", y cuando Joseph Eugene Stiglitz criticó al FMI por no haber previsto la crisis asiática, le respondió que "aquellos que afirman que la política monetaria debía haber sido más expansiva, y no más contractiva, están fumando algo que no es completamente legal".
Su hobby consistía en coleccionar botellas de buen vino, de las cuales tenía alrededor de 4000. Nunca se casó, como -dentro de la profesión- Carlos Federico Díaz Alejandro, Francis Ysidro Edgeworth, Arthur Cecil Pigou, Adam Smith y Piero Sraffa.
-¿Por qué algunos productos deben venderse en cuanto se fabrican, y otros no?
-Por su naturaleza, los servicios deben ser consumidos en el mismo momento en que son producidos (¿no sería genial dejar la cabeza en la peluquería, para que nos corten el cabello, mientras nos dedicamos a otras cosas?). Sólo en el caso de las mercaderías pueden separarse los momentos de producción y consumo. A propósito: se dice bienes y servicios, cuando bienes son todos: algunos son mercaderías, otros servicios.
-En el caso de las mercaderías, entonces, ¿con qué criterio se decide vender hoy una unidad o postergar su venta?
-En economía se habla de la tasa de interés propia para significar que el paso del tiempo modifica el valor de ciertas mercaderías. El vino que se añeja, el árbol que no se tala y el vacuno que engorda son ejemplos de mercaderías en los cuales el momento de la venta se determina teniendo en cuenta los costos y los beneficios de hacerlo ahora o esperar. Cuando la tasa de interés propia es muy negativa, como en el caso del pescado fresco o las barras de hielo, tal consideración es inexistente.
-No mencionó la soja.
-Porque en el caso de la soja, la cuestión de cuándo vender no tiene que ver con la tasa de interés propia (el "yuyito", una vez cosechado, es un producto acabado), sino con el contexto macroeconómico. El productor se desprenderá del producto actualmente o en el futuro, dependiendo de cuántos pesos necesite hoy, pero también de lo que espera que ocurra de aquí en más con el tipo de cambio oficial, el precio internacional del producto, etcétera. No digo con las retenciones, porque en el futuro cercano, nadie está esperando una modificación al respecto.
-Calificar este cálculo como terrorismo, ¿no es una exageración?
-Efectivamente, en particular porque no está en juego la alimentación de los argentinos. Casi toda la soja que se produce se vende al exterior, de manera que la demora en la venta del producto impacta principalmente en los ingresos del gobierno nacional, vía el cobro de retenciones a la exportación.
-En 2012 la recaudación por derechos de exportación equivalió a 9% de la recaudación total. ¿Tanto barullo por esto?
-Los gobiernos están siempre desesperados por conseguir fondos, y el actual no es una excepción. Más allá de la política, ¿cómo se puede justificar que, luego del abandono de la convertibilidad, no se hayan ajustado por inflación las amortizaciones que realizan las empresas, y con mucha demora el mínimo no imponible para calcular el pago de impuesto a las ganancias por parte de los asalariados?

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