lunes, 8 de abril de 2013


El trigo y la cebada no despiertan pasiones ni ventajas

Cuando falta un mes y medio para el comienzo de la siembra,no se observan grandes diferencias con las superficies del año pasado
La suerte de la nueva campaña fina, que deberá empezar en mayo próximo, se juega en la lotería. No existen pronósticos determinantes sobre las intenciones de siembra en trigo y cebada. Algunos aguardan más trigo, tal vez un 10 a 15% más que el ciclo pasado, otros un leve sostenimiento y otros vislumbran una retracción de la cebada. Pero el final está abierto y sobran las incertidumbres.
Lo más probable es que todo se mantenga como el año pasado.
¿Qué pasará con los precios? ¿El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, cumplirá su promesa de otorgar ROE por 5 millones de toneladas para la exportación de trigo? ¿Habrá prioridad en las ventas al exterior para los pequeños y medianos productores de trigo a expensas de los grandes productores, como hizo trascender? ¿Moreno frenará a la cebada?
Todas estas cuestiones están en el tablero de control de los productores y siembran dudas. “A la fecha, las variables en la toma de decisiones no son mejores que las de la campaña pasada. Los últimos anuncios oficiales no trasmitieron tranquilidad y confianza”, evaluó Santiago Labourt, presidente de la Asociación Argentina de Trigo (Argentrigo).
Ernesto Ambrosetti, economista en jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), cree que el productor hoy no siente “entusiasmo” para sembrar. Y lo justifica: “No está entusiasmado porque el mercado continúa intervenido, los insumos están aumentando entre 10 y 25% y hay amenazas contra la cebada”, indicó.
Recientemente, una encuesta realizada por el Movimiento CREA a 468 miembros y 133 asesores relevó que los productores de trigo aumentarán un módico 1,3% el área, mientras los de cebada la reducirán 4,6 por ciento.
En empresas del sector destacan que la demanda por insumos viene con poco movimiento. “La venta de insumos para la siembra de cosecha fina viene lenta. Si bien se percibe que en este año se sembrará más hectáreas de trigo, menos de cebada y muy pocas de colza, todavía no se sabe cuánto porcentaje se sembrará de cada cultivo”, afirmó Roberto Coronel, presidente de la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y Afines Bonaerense (Cedasaba).
En Profértil, la mayor productora de urea, una fuente confió que “no hay mucho movimiento” por fertilizantes para la fina. Calificó que la demanda es similar al año pasado. De todos modos, insistió en que “hay que esperar un mes” para observar más.
“En mi opinión el productor esperará hasta último momento para tomar la decisión de siembra”, opinó Guillermo Aiello, de la firma 3-El Semillas.
 A poco del comienzo de la campaña no hay pronósticos concluyentes sobre un aumento de la siembra. 

Datos preliminares

No hay, hasta ahora, proyecciones de siembra de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires ni de la Bolsa de Comercio de Rosario sobre la campaña fina. Algunos semilleros prevén una suba del 10% (ver aparte).
Y algunos consultores manejan datos muy preliminares. Como Gustavo López, de Agritrend. López cree que la superficie de trigo podría ubicarse en un rango de 4 a 4,5 millones de hectáreas. El año pasado, según el Ministerio de Agricultura de la Nación, se implantaron 3,16 millones de hectáreas, 31,7% menos versus el ciclo anterior. Fue la peor siembra en 110 años.
Un dato: aún cuando se alcanzaran los 4 a 4,5 millones de hectáreas el trigo igual quedará lejos de los casi 6 millones de hectáreas que tenía en la década del noventa.
Para la cebada, López cree podría repetir la superficie de 2012, cuando alcanzó un récord 1,5 millones de hectáreas cubiertas.
En este contexto, hay disparidad de planes y opiniones entre productores, según pudo relevar la nacion.
“Este año disminuimos un 45% en trigo y 70% en cebada”, contó Juan Pablo Ioele, asesor de productores en el sudeste cordobés. Ioele afirmó que ese retroceso obedece a “la incertidumbre para poder ubicar la mercadería”. Dio un ejemplo con el trigo: “El año pasado hicimos mucho trigo en las empresas, unas 22.000 hectáreas, y como las condiciones climáticas no fueron las mejores nos encontramos con mala calidad y encima no se pudo comercializar libremente a un precio al menos decoroso para salvar gastos”.
Pablo Bressa, asesor de los CREA Arroyo Los Huesos (zona Mar y Sierras del sudeste bonaerense) y el CREA General Arenales, menciona algunas “estimaciones” que podrían hacer recuperar el área triguera. Así, el CREA Arroyo Los Huesos, que hizo 17% de la superficie con fina el año pasado ahora saltaría a 35%. En tanto, bajaría la cebada del 83 al 65%. Por su parte, el CREA Arenales apenas bajaría la superficie con trigo, de un 47 a un 45% del área de fina, mientras la cebada treparía del 53 al 55% del área con fina.
“Hay una decisión de diversificar el riesgo comercial, por la intervención del Estado”, indicó Bressa. Igualmente, advirtió que el productor “no quiere hacer fina por la intervención del mercado”, pero a la vez no quiere abandonar una rotación.

Números complicados

En este contexto, Agustín Bilbao, asesor de Viento Sur SRL, que trabaja con empresas de Necochea y la región, advirtió que allí trabajan con dos escenarios, uno “optimista” y otro “realista” en función de lo que ocurra con los precios. Es que, según Bilbao, con valores futuros en torno de 170 dólares para el trigo y la cebada, pagando un arrendamiento de US$ 400 [incluye soja de segunda] los márgenes darían negativos en US$ 135 por hectárea para el trigo y 167 dólares para la cebada. Estos números no consideran la renta que se pueda obtener con soja de segunda.
“En el escenario realista, en caso de que los valores de los granos no mejoren el panorama podría ser un 25% de fina, contra 39% del año pasado”, detalló. Según Bilbao, si en cambio se presenta un panorama “optimista”, con mejores precios, la fina podría rondar el 40%. En ese porcentaje, 28% sería trigo y 72% cebada. Mejoraría el trigo, ya que el año pasado representó 11%, contra 87% de la cebada.
Bilbao no cree que la amenaza de Moreno contra la cebada pueda surtir un efecto positivo para el trigo. “Haría sembrar menos cebada, pero no más trigo”, remarcó

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