sábado, 13 de abril de 2013


Conozca las medidas y la tecnología que nos podría acercar a la pesca sostenible

EE.UU., Ecuador, Alemania y otros países que están reconduciéndose hacia una pesca más sostenible logran mejorar sus recursos y la calidad de sus capturas. El uso de redes inteligentes y cámaras espía para descartar los peces pequeños podría reducir la sobrepesca.
Cambio climático, aumento de la población, explotación excesiva, tecnologías agresivas, aumento de la contaminación marina…. Son algunos de los factores que conspiran en contra del aprovechamiento y la renovación adecuada de los recursos pesqueros en libertad.
Algunas de estas amenazas ya estaban presentes hace mil años, cuando se calcula que los pescadores comenzaron a echar sus redes y anzuelos en las aguas saladas ante la merma en la cantidad de peces grandes en las aguas dulces. Otros peligros se deben a la presión directa o indirecta de la actividad humana más reciente.
Pero todos estos factores tienen algo en común: están poniendo en serio peligro la cantidad, calidad y futura disponibilidad de un recurso alimenticio fundamental, por su poder nutritivo y grandes beneficios para la salud de la población mundial: el pescado.
Para atajar este problema, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) promueve la pesca sostenible, es decir aquella que evite la degradación de los océanos que, según esta organización conservacionista, son “la última gran reserva de vida salvaje del planeta”.
Para WWF nuestros océanos sufren una pérdida masiva de biodiversidad a una velocidad muy superior a la que están sufriendo los ecosistemas terrestres, y la pesca juega un papel decisivo en este proceso de degradación oceánica.  
Esta entidad destaca un estudio publicado en la revista ‘Science’ que calcula que, si no cambian las cosas, las reservas pesqueras mundiales se agotarán antes del año 2048. Según WWF, otras investigaciones indican que el 90% de los atunes y tiburones han desaparecido en el último siglo y que cada año mueren en las artes de pesca 300.000 tortugas marinas y 250.000 cetáceos.
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CAPTURAS SOSTENIBLES Y RENTABLES
Reducir la presión pesquera da resultados beneficiosos en un plazo de tiempo no demasiado largo, según una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español en la que se analizaron a lo largo de algo más de una década las capturas de 53 países y jurisdicciones, lo que supone el 96% de la pesca global.
El trabajo, liderado por la investigadora Marta Coll, del Instituto de Ciencias del Mar, y en el que ha participado WWF, revela que aquellos que han aplicado el Código de Conducta para una Pesca Responsable (CCPR), de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), han mejorado sus recursos pesqueros y obtienen capturas de mejor calidad.
Aunque los países que han implementado el código tienen un menor volumen de capturas, la calidad y diversidad de su pesca es mayor, han recuperado poblaciones de especies de gran tamaño, como atunes o bacalao, y sus capturas tienen un mayor tamaño y valor comercial, según Coll.
Entre  los  países y regiones que más han mejorado la pesca, haciéndola más sostenible en 2003 con respecto a 1990, figuran Estados Unidos, Namibia, Chile, Dinamarca, Irlanda, Holanda, Portugal, Ecuador, Rusia, Alemania, Australia y Canadá.
El CCPR fue desarrollado en 1995 y busca reducir el impacto negativo de la pesca en el ecosistema, pero su cumplimento es voluntario y sigue siendo bajo o muy bajo en todo el mundo, por lo que los expertos del CSIC confían en que los resultados de este estudio pueden alentar a más países a adoptarlo.
Ente otras medidas, este código promueve el uso de artes, métodos y prácticas de pesca que sean ambientalmente seguras y lo suficientemente selectivas como para reducir al mínimo el desperdicio de las capturas de las especies que se pescan y las de otros peces y seres marinos.
Los hábitat críticos para la pesca, como las zonas húmedas, manglares, arrecifes, lagunas, y zonas de cría y desove deberían protegerse y rehabilitarse en la medida de lo posible, poniendo especial empeño en evitar su destrucción, degradación, contaminación y otros efectos significativos derivados de las actividades humanas”, según el CCPR.
Algunos de los peligros que hoy acechan a la pesca comenzaron hace siglos, como demuestra un estudio británico según el cual los pescadores se lanzaron a los mares abiertos por primera vez alrededor del año 1.000 debido a la aguda bajada en la cantidad de peces grandes que capturaban en las aguas de ríos y lagunas.
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EL COMIENZO DE LA DEGRADACIÓN MARINA
Los autores explican que la disminución en el tamaño y la cantidad de los peces de agua dulce se debió, probablemente, al aumento en la población, a la pesca excesiva, a los niveles de contaminación, y la construcción de infraestructuras fluviales, como los embalses para molinos de agua.
“La distribución y abundancia de las poblaciones marinas se modificaron drásticamente en el tiempo debido a los cambios forzados por el clima y la gente. Ecosistemas marinos enteros se han agotado sin posibilidad de ser recuperados”, según el profesor Poul Holm, director del proyecto Historia de las Poblaciones de Animales Marinos (HMAP), en el que se inscribe este estudio.
Para Holm “comprender los patrones históricos de la explotación de los recursos e identificar lo que se ha perdido en el hábitat oceánico, es esencial para desarrollar e implementar planes de recuperación de los ecosistemas marinos agotados”.
Para evitar que se tire por la borda el pescado que no se ajusta a las normas, expertos de la Unión Europea, como Maria Damanaki, han solicitado que los barcos lleven redes inteligentes para filtrar los peces que habría que descartar por ser demasiado pequeños o superar la cuota asignada de pesca, y  videocámaras  para vigilar que las tripulaciones respeten las reglas.
Una de las iniciativas tecnológicas más innovadoras son las cámaras de circuito cerrado que registran imágenes de todo el pescado que se captura, de distintas áreas de la nave, y de las zonas geográficas donde se faena, para saber lo que pasa a bordo y que, según pruebas realizadas en el Reino Unido, han permitido reducir los descartes de bacalao a menos del uno por ciento.
En el puerto danés de Hirtshals, según la BBC, expertos en tecnología están probando nuevos diseños de redes de pesca de arrastre, que llevan en su parte central una rejilla de plástico inclinada a través de cuyas ranuras pasan los alevines y camarones, mientras que los peces grandes son desviados al extremo de la malla.
Otra de las innovaciones es la red de pesca denominada ‘Rollerball’, que se desplaza por el fondo marino sobre lo que parecen pelotas de playa, reduciendo entre 11% y 16% el daño que producen las redes tradicionales, que arrastran material pesado  sobre el fondo del mar, levantando la arena y destruyendo gran parte de lo que encuentran a su paso.

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