sábado, 5 de enero de 2013


Megatérmicas para zonas difíciles de la cuenca del Salado

Técnicos del INTA evaluaron a grama rhodes y panicum.

El INTA Cuenca del Salado viene evaluando nuevas alternativas para mejorar la receptividad de los ambientes marginales y cubrir el bache de forraje de verano en esa región.
El grupo de técnicos se enfocó en encontrar especies que se adaptaran a ambientes bajos alcalinos con pH superior a 9 (suelos de tipo Natracualf, barros blancos o de pelo de chancho), tradicionalmente ganaderos de muy baja receptividad (0,3/0,4 equivalente vaca por hectárea).
Para el estudio tomaron este tipo de ambientes por ser allí donde se incrementó fuertemente la carga ganadera y por ocupar una superficie muy importante de la región.
Debido a que el agropiro es una especie muy adaptada a ambientes marginales y ya existía una importante cantidad de información, los ensayos se volcaron a la evaluación de alternativas mediante el uso de especies capaces de producir más forraje que el pastizal natural y que permitieran cubrir el suelo durante el verano.
En este contexto se resolvió trabajar con chloris gayana o grama rhodes, ya que se trata de una especie de alta tolerancia a la salinidad, alcalinidad, sequía y, de acuerdo a estudios recientes, con una moderada tolerancia al encharcamiento.
También se trabajó con panicum coloratum o mijo perenne, muy tolerante a las bajas temperaturas, encharcamientos temporarios, sequía y adaptada a una amplia gama de suelos.

RESULTADOS

Con los ensayos realizados durante más de siete estaciones de producción consecutivas con ambas especies implantadas en suelos de pH superior a 9 se logró cubrir adecuadamente el suelo, aunque el tiempo de implantación fue extenso y los coeficientes de logro muy variables.
Para evaluar la perennidad de estas especies el trabajo contempló, además, conteos anuales de plantas, lo que ha permitido determinar que el stand de panicum se mantiene en la mayoría de los lotes, mientras que en chloris se mantiene o disminuye luego de encharcamientos prolongados, inviernos fríos o competencia con malezas.
Los técnicos del INTA pudieron registrar mejoras físicas a nivel del suelo mediante la observación de la disminución de la densidad aparente, un aumento de la estabilidad estructural y de la tasa de infiltración de agua de lluvia.
Esto debido a la generación de un volumen de raíces muy importante que hace que haya más poros, entre más agua y se registre más vida de microflora y microfauna.
Con el trabajo realizado por los especialistas se pudo determinar que ambas especies aparecen como alternativas promisorias para mejorar la receptividad de ambientes marginales en la región, ofreciendo forraje netamente estival.
Sin embargo, aún resta mejorar la velocidad de implantación y los coeficientes de logro de las siembras para poder cubrir el suelo rápidamente y utilizar el potrero al poco tiempo de sembrado.
Además, según consideran los técnicos, deberán realizarse estudios de mayor duración y distribución real para definir el área potencial de siembra de ambas especies dentro de la región, entre otros temas.

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