sábado, 5 de enero de 2013

Lo que nos enseñó la cebada


Cuando uno habla de la rusticidad de la cebada, se hace referencia al desempeño del cultivo dentro de la principal limitante que puede ofrecer la zona. En nuestra región, el sudeste cordobés, sobre la cebada se dice que es más rústica que el trigo. Pero este año nos demostró que frente a la situación planteada de exceso de precipitaciones esta aseveración puede resultar errónea o al menos parcial en su análisis.
La historia en nuestras localidades en cuanto a precipitaciones indica que no son comunes los años con salidas de invierno y entrada de primaveras tan lluviosas como las de 2012, pero la probabilidad existe y es en estos años cuando esta aseveración acerca de la rusticidad de la cebada se desbarata. Esto porque en los lotes donde la acumulación de agua permaneció más tiempo, el trigo tuvo un comportamiento diferencial superior.
Con lo cual a la hora de esgrimir estrategias de siembra de cultivos de invierno tendríamos que contemplar ciertos aspectos productivos como lo son: a) correcta caracterización de la zona de producción donde implantaremos el cultivo: bajos o lotes con elevada cantidad de depresiones que resultan en encharcamientos temporarios o loma; b) conocer las fortalezas y debilidades que tiene la cebada, como su mejor comportamiento en suelos con presencia de sales o poco profundos, ya que si bien la cebada tiene un coeficiente de transpiración superior al trigo, por ser el ciclo más corto la cantidad de agua absorbida es algo inferior. Es por este motivo que el exceso sobre el final del ciclo resulta en un fracaso en su cosecha.
Entre sus fortalezas encontramos también que exige más agua al principio de su desarrollo que al final, por lo que es menos frecuente que sufra de deficiencias hídricas comparado con el trigo. Y es por esta característica principalmente que se dice que la cebada es más rústica que el trigo.
También no debemos olvidar que con cebada escapamos a una de las patas flojas que tiene el trigo, como lo es fusarium, enfermedad que en los lugares donde tuvo incidencia la cebada se comportó mejor. Pero tampoco debemos desconocer sus debilidades. No le va muy bien en suelos arcillosos con alta capacidad de almacenar agua. Por otra parte, entre las variables a tener en cuenta no hay que dejar de considerar los pronósticos climáticos, que combinados con el ambiente en el cual la posicionamos terminan teniendo injerencia no sólo sobre el rendimiento, sino sobre la ecuación global, donde los castigos de comercialización pesan claramente.

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