miércoles, 16 de enero de 2013


La alfalfa requiere un manejo agrícola

Una producción eficiente necesita de una conducción ajustada del lote, selección de la semilla y control de malezas.
Dada su importancia dentro del esquema de producción de leche y de carne, hay que comenzar a tratar a la alfalfa como un cultivo agrícola. Para esto, tendrían que considerar lo siguiente a la hora de programar el cultivo:
Selección del lote. Hay que apuntar al mejor lote del campo, si queremos lograr alta producción de forraje, proyectar con tiempo, para realizar un buen cultivo antecesor y de esa forma tener una cama de siembra húmeda y suelta.
Análisis de suelo. Es fundamental realizarlo, ya que de esa forma sabremos nuestras limitantes para alcanzar el potencial productivo. Es fundamentas saber por lo menos el PH, fósforo, azufre, calcio y la capacidad de intercambio catiónico (CIC).
 
De esta forma podremos corregir un suelo con problemas, y así alcanzar el potencial genético de la alfalfa.
Elección de la semilla. Hay que pensar, primero, en el destino de esta producción; si va para corte (heno o silo) hay que apuntar a un grupo de latencia seis o siete (alfalfas con latencia); si el destino es sólo pastoreo, apuntar a grupo ocho o nueve (alfalfas sin latencia).
Es bueno saber en esta elección que las alfalfas de grupos cortos (seis y siete) brindan un forraje de mejor calidad, ya que tienen más hojas y tallos más finos.
Las de grupos ocho y nueve tienen mayor velocidad de rebrote, pero dan tallos más gruesos y pierden la hoja del tercio inferior.
Un punto no menos importante en la elección de la semilla, es sembrar semilla certificada, ya que es la única que nos brinda la seguridad de pureza.
Hay semillas “bolsa blanca” que tienen 97 por ciento de pureza (lo que parece bueno) y cuando analizamos finamente, vemos que ese tres por ciento representan 600 gramos de semilla de malezas por hectárea, las que ponemos a competir en igualdad de condiciones con la alfalfa. Lo pero es que la alfalfa es muy mala competidora contra otras especies. Es por ello, que la semilla siempre debe ser certificada.
Preparación del lote. Es primordial lograr una cama de siembra fina y libre de rastrojos, ya que es una semilla muy chica y difícil de manejar, y si tenemos cobertura, o suelo desparejo, o terrones, no realizaremos una siembra uniforme y perderemos eficiencia.
Siembra. Hay que tener en cuenta que es una semilla muy pequeña con lo que necesita un cuidado especial. La profundidad debería estar entre 0,5 y 1,5 centímetro de profundidad para lograr la mayor eficiencia.
Si la labor se realiza con una sembradora de siembra directa, hay que tener en cuenta que los cuerpos de siembra no son fabricados para pasturas, por lo que debemos tener especial cuidado al momento de regular la sembradora. No hay que tapar la semilla, es preferible levantar las ruedas tapadoras y dejar el surco abierto con la semilla apretada en el fondo, a taparla con un borde de cinco siete centímetros de tierra por encima.
También tenemos que tener en cuenta que las sembradoras de siembra directa tienen los cuerpos, en su mayoría, a 19 o 21 centímetros de distancia, lo que hace que la distancia entre líneas es grande y la cantidad de semillas en la misma línea es muy alta, con lo que generamos una gran competencia entre la misma especie.
Para solucionar esto deberíamos hacer una siembra cruzada, que aporte la mitad de los kilos de semilla en un sentido y la otra mitad al cejo o cruzado. De esa forma distribuimos mejor en el espacio la semilla y cubrimos mejor el suelo, lo que nos asegura una mayor competencia con las malezas, una mayor cantidad de tallos por superficie y por ende una mejor producción a lo largo de más tiempo (mayor vida útil).
Densidad. El objetivo es apuntar a lograr entre 350-400 plantas por metro cuadrado a los 100 días de sembrado. Esto obliga a ser eficientes en todos los pasos anteriores para lograrlo y también aumentar los kilos de semilla y apuntar a los 18 kilos por hectárea en dos pasadas de 9 kilos; o 20 kilos por hectárea en dos pasadas de 10 kilos. Así se logrará buena cantidad de tallos/superficie, que aportará una alta producción de forraje.
Control de malezas e insectos. Es fundamental realizar control de malezas desde el inicio, con un herbicida de presiembra o preemergencia. Y si es necesario hacer un graminicida en la primer primavera, y en los años sucesivos.
La siembra de semilla curada con insecticida ya es indiscutible, por el tema del control de trips y pulgones en los primeros estadios de la plántula. Hasta acá, si realizamos las cosas bien, deberíamos tener un cultivo con entre 350 a 400 plantas por metro cuadrado, con una excelente distribución en el espacio, con gran cantidad de tallos/superficie y libre de malezas.
A partir de acá, comienza otro tema, que es la buena utilización del forraje, aprovechando la máxima cantidad, con el menor desperdicio y en el momento de mejor.
Informe elaborado por Darío Yenerich, de la empresa Forratec Argentina.
Los pasos a seguir
Selección del lote. Hay que apuntar al mejor lote del campo, con una cama de siembra fina y libre de rastrojo.
Elección de la semilla. Si la producción es para corte (heno o silo), apuntar a un grupo de latencia seis o siete. Si el destino es sólo pastoreo, trabajar con grupos ocho o nueve (alfalfas sin latencia).
Siembra. Debido al tamaño pequeño de la semilla, la profundidad debería estar entre 0,5 y 1,5 centímetro de profundidad para lograr la mayor eficiencia.
Densidad. El objetivo es apuntar a lograr entre 350-400 plantas por metro cuadrado a los 100 días de sembrado.
Control de malezas e insectos. Es fundamental realizar control de malezas desde el inicio, con un herbicida de presiembra o preemergencia. Hay que controlar trips y pulgones.

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