lunes, 14 de enero de 2013


Factores nutricionales y de manejo a considerar en el levante de chanchillas

Hoy la genética pone a disposición de la industria un potencial reproductivo que, con adecuado manejo, el productor porcino puede lograr, lo que llamamos el potencial reproductivo realizable comercialmente.
En el negocio porcino, el principal activo es la cerda por lo cual debemos lograr de ésta una elevada productividad y una larga vida útil. Esta alta productividad debe traducirse en un elevado número de vigorosos destetados durante toda la vida productiva de la cerda.
Para un mejor entendimiento del manejo de la cerda, es necesario tener presentes algunos principios biológicos que gobiernan la vida reproductiva de ésta, que enumeramos:
1. La cerda preservará su vida, modificando su productividad y composición corporal.
2. La cerda tiene la capacidad genética para producir cierta cantidad de músculo y hueso y hasta que esta capacidad genética no sea completada, ella intentará satisfacerla a expensas de otras funciones.
3. La cerda tiene una capacidad potencial, genéticamente controlada, de liberar un cierto número de óvulos y producir cierta cantidad de leche.
Hoy la genética pone a disposición de la industria un potencial reproductivo que, con adecuado manejo, el productor porcino puede lograr, lo que llamamos el potencial reproductivo realizable comercialmente, cuyos indicadores se describen a continuación: tasas de parto de 90%, más de 2,4 partos por cerda al año, más de 12,5 nacidos totales, más de 11,4 nacidos vivos, más de 10,7 destetados, un peso mayor a 70 kilos por camada destetada, una ganancia diaria de camada superior a 2,7 kg por día y 60 a 70 destetados durante la vida productiva de la cerda. Esto es lo que se logra hoy comercialmente con la genética y las técnicas de manejo disponibles. Sin embargo, si revisamos las estadísticas de la industria, vemos que a la par de productores que logran estos indicadores de productividad y algunos incluso los superan, hay muchos que están muy por debajo de estos rendimientos.
A continuación se muestra estadísticas de desempeño en sitios de reproducción de Sudamérica y México con pie de cría PIC (PIC, 2012). La tasa de parición promedio está en 91,1%, los partos de cerda por año son de 2.50 en promedio; el número de nacidos vivos por camada es de 12.0, el peso al destete es de 5,7 kg, mientras que la mortalidad en maternidad es de 7.61% y la tasa de reemplazo es de 50.6%.
Sin embargo se observa que en muchos países de la región, cierto número de productores no están contribuyendo a alcanzar estos rendimientos.
Entonces nos preguntamos, ¿por qué esta amplia variabilidad en desempeño en sitios de reproducción? y adelantando una respuesta se puede decir que se debe principalmente a prácticas de manejo no ajustadas a las exigencias de los modernos genotipos.
Estamos frente a nuevos genotipos que hay que conocerlos bien. Hoy criamos chanchillas de más rápido crecimiento, mayor capacidad de deposición muscular, que alcanzan la pubertad a mayor peso y normalmente son servidas más magras. Las cerdas son más prolíficas, de mayor tamaño corporal, con alta producción de leche y más magras, muchas de las cuales suelen arrastrar una paradoja: teniendo mayores requerimientos nutritivos, suelen tener menor apetito.
Algunas particularidades del manejo nutricional de la cerda son la sucesión cíclica de fases muy diferentes en demanda de nutrientes, pero relacionadas unas con las otras; hay efectos superpuestos y la alternancia de periodos de ganancia con periodos de pérdida de peso. Si el objetivo a alcanzar es un elevado número de destetados durante la vida productiva de la cerda, debemos manejar algunos componentes de productividad de la cerda y factores contribuyentes (Close, 2003) como la tasa de ovulación, que está relacionada con el proceso de selección de la chanchilla, nutrición, condición corporal, estímulo de macho y flushing; la tasa de fertilización, que está relacionada con la calidad del semen y la habilidad del inseminador; la sobrevivencia embrionaria, influida por la alimentación post servicio, los minerales y vitaminas que se proporciona a la cerda y el nivel de estrés que presenta.
También el número de nacidos vivos y su peso que se ve influido por la cantidad de momificados y natimortos, la condición corporal de la cerda, el alojamiento y la nutrición; la cantidad de destetados y su peso, que presenta como factores contribuyentes: la mortalidad pre-destete, la producción de leche de la cerda, nutrición, apetito, status sanitario y la nutrición suplementaria de lechones; finalmente, el número camadas/cerda/año que estará en relación del periodo destete-servicio, días vacíos, nutrición, nivel de estrés, manejo, entre otros.
¿Qué factores están asociados con la vida productiva de la hembra? Primero el genotipo, no todos son iguales, analizándolos se percibe que hay diferencias, es decir, hay una predisposición genética para tener una vida más prolongada. Asimismo, el sistema de levante, que está relacionado con el manejo como lactante y en recría, tasa de ganancia de peso, dietas, pisos, etc. La selección de reemplazos, edad y peso al primer servicio, sistema de alojamiento, alimentación en gestación y alimentación en lactancia también son componentes que impactan en la longevidad de la cerda. La crianza porcina moderna está plagada por elevadas tasas de reemplazo. Por ejemplo, PigChamp (2007) en Estados Unidos y Canadá muestra una tasa de reemplazo promedio de 68% en un rango de 30 a 89%. Con tasas tan elevadas se hace difícil mantenerse y ser rentables. En tanto, Agristats (2009) presenta una tasa de reemplazo promedio de 56% en el 25% superior de las explotaciones porcinas americanas. Y PIC Benchmarking (2012) muestra un promedio de 50,6% con un rango de 47 a 59%.
Los momentos más probables de descarte son el periodo de selección a primer servicio y del primer destete a servicio. Asimismo, lo que se denomina el descarte “involuntario” causa retiro de cerdas antes de éstas alcanzar pico de productividad y que se da por eventos indeseables en la granja, mientras que en lo que se llama retiro “voluntario”, generalmente es por la edad y porque la cerda disminuye su productividad, un fenómeno casi natural. Si se desea asegurar una alta productividad y prolongada vida útil, se debe comenzar con el manejo de los reemplazos y aún más, básicamente, el trabajo debe estar inicialmente concentrado en los reemplazos. Entonces, para “fabricar” la chanchilla de reemplazo con una vida útil prolongada, se requiere en primer lugar de una nutrición y alimentación diferenciada es decir, la chanchilla no puede ser alimentada igual que un cerdo de matadero.
Del mismo modo, debe haber un control temprano del crecimiento, actualmente la chanchilla moderna tiene una tendencia a un crecimiento acelerado, el mismo que el criador tiene que regular. Se debe lograr un adecuado desarrollo corporal; asimismo, ya que unos problemas frecuentes en las futuras cerdas se relacionan con la locomoción, se debe buscar en las chanchillas el desarrollo de una resistente estructura ósea. Son también importantes la aclimatación, con énfasis en inmunidad y la inducción temprana de la pubertad.
La preparación de la chanchilla debe iniciarse desde la vida neonatal, lo que significa que la productividad y utilidad de la chanchilla se da desde la lactancia. Para ello, un estudio de la Universidad de Carolina del Norte (Flowers 2008), recoge los efectos del ambiente neonatal y el momento de estímulo con macho sobre la vida útil de la cerda. El primer factor de evaluación era el porcentaje de cerdas que habían pasado los tres partos, lo cual puede ser un límite rentable para la hembra. Una hembra criada en una camada de 7 lechones tenía un 56.3% de probabilidad de pasar los tres partos; frente al 37.6% de las hembras criadas en camadas grandes, con más de 10 lechones.
La mejor combinación en el estudio fue camada pequeña, y estimulación temprana de pubertad de la chanchilla, que dio lugar a una producción de 24.1 lechones frente a la peor combinación de camada grande y estimulación tardía, con sólo 16.0 lechones por cerda servida. Todas estas prácticas están al alcance de los criadores, se cuenta con los medios para implementarlas mediante ciertos ajustes en el manejo, lo único que hace falta es la voluntad para hacerlo.
Flowers (2008) explica por qué el desempeño reproductivo se asocia con el manejo de la vida temprana. Folículos inmaduros están presentes en forma de manojos (nidos) localizados en los ovarios y crecen hasta antes del nacimiento. En la lechona, esta formación de nidos continúa poco después del nacimiento. Esos folículos acumulados serán consumidos durante la vida reproductiva. A nivel del útero de la lechona neonatal ya se diferencian el músculo, epitelio (tejido glandular y el tejido conectivo).
Entre las 4 y 12 semanas de edad, en la etapa de recría el epitelio prolifera, desarrolla glándulas que mantienen preñez. Estreses en lactancia, como aglomeración, diarreas y cualquier otro evento que afecte el bienestar de la lechona causan disminución de folículos y por ende crea problemas en la futura capacidad de reproducción. El ambiente adverso en recría afecta el desarrollo del epitelio y la fertilidad de la futura madre.
¿Grasa o músculo? Obviamente los genotipos modernos tienen una gran masa corporal. Pero nosotros mantenemos el concepto que la grasa corporal es sumamente importante para la productividad. Los técnicos de mi generación aprendimos que “la leche se extrae de la espalda”, por lo tanto la grasa dorsal era una condición esencial, pero debemos recordar que lo que se puede llamar “adecuada” grasa es muy variable entre genotipos.
Si repasamos los estudios de los investigadores que se han dedicado a este tema, vamos a encontrar algunas recomendaciones importantes sobre grasa dorsal (GD) y ocurrencia de celos para primer servicio. En el caso de Hughes (2001) 130 kg de peso, 18 a 20 mm de GD y por lo menos segundo celo. Ramaekers (2004) recomienda 130 a 140 kg y 17 a 19 mm de GD y no indica celo, porque se supone que en este peso ya la hembra debe haber pasado su segundo celo. Lynch (2004) recomienda que sea mayor de 130 kg y que su GD sea de 16 mm. Stoneman (2005) menciona sólo una hembra con 160 kg y ya no menciona ninguna otra característica. Close (2006), 125 a 145 kg, 16 a 20 mm de grasa dorsal y segundo o tercer celo. Y finalmente, PIC (2011) recomienda 135 a 145 kg, la grasa dorsal no está especificada y para el primer servicio debe haber ocurrencia de segundo celo; en la edición de 2008 de PIC recomendaba 14 a 16 mm.
Para revisar lo que ya se ha descrito, un estudio británico buscó establecer la relación entre grasa dorsal al primer servicio con el número de nacidos vivos en vida productiva de la cerda (Gill, 2007). Esta investigación no encontró una correlación entre estas características. De igual manera no hubo correlación en la relación de la grasa dorsal al primer servicio con número de nacidos vivos en cerdas que alcanzaron seis partos.
Pero dado que hoy los genotipos magros son los predominantes se investigó si se obtenía algún beneficio manipulando la dieta de la chanchilla para lograr un nivel de grasa dorsal “funcional”. ¿Cómo se lograba esto?, manipulando los niveles de lisina en la dieta.
El Meat Livestock Comission, que patrocinó el estudio que reportó Gill (2007) ensayó las siguientes dietas durante el crecimiento de las chanchillas.
• 1.2 vs 0.6% Lisina(Lis), 3.33 Mcal Energía Metabolizable (EM), de 30-50 kg de peso vivo.
• 1.0 vs 0.5% Lis, 3.10 Mcal EM, de 50 kg a Servicio.
• 0.75 vs 0.55% Lis, 3.10 Mcal EM, durante la primera gestación.
• 1.0 vs 0.7% Lis, 3.33 Mcal EM, durante la primera lactancia.
Efectivamente, las hembras que crecieron alimentadas con niveles bajos de lisina mostraron niveles más altos de grasa dorsal al momento del primer servicio y al parto. Pero al primer destete no hubo diferencia entre los grupos experimentales.
Los resultados muestran que de 30 kg al servicio (celo 3 o 4) el grupo L ganó menos peso (632 vs 749 g/d), se tomó 10 días más al primer celo y menor peso vivo al servicio (124 vs 137 kg). Hubo mayor grasa dorsal en chanchillas L al primer servicio (20.7 vs 16.5 mm) sin diferencias al primer destete, o sea, si cumplió el efecto de acumular grasa. Chanchillas L pesaron 4 a 6 kg menos al primer destete y mostraron menor peso vivo al sexto parto (235 vs 244 kg).
Las Chanchillas H tuvo nacidos vivos al primer parto (10.26 vs 9.47). No hubo diferencias en productividad en vida útil del total de cerdas (promedio 29 nacidos vivos) no hubo diferencias entre cerdas que alcanzaron 6 partos (promedio 65 nacidos vivos). Dietas altas en lisina incrementaron el peso vivo de las cerdas, pero tendieron a reducir la vida útil, por mayores descartes por cojeras y fallas estructurales.
En conclusión, no se observó mejora en productividad al incrementar acumulación de grasa al primer parto en chanchillas magras. Se considera razonable que haya una cobertura de grasa dorsal que será una fuente de energía para la vida productiva de la cerda, siendo lo importante el balance, pero no es el factor central, como hasta hace poco lo hemos considerado.
Adecuada nutrición desde el inicio
Se debe tener cuidado con la alimentación de la hembra, esta debe estar basada en sus necesidades. Tenemos diferentes periodos en el crecimiento de animales. PIC recomienda niveles un poco más bajos de energía para las chanchillas de reemplazo, con relación a los animales de matadero, porque el objetivo es modular el desarrollo de una hembra sólida, entonces a pesar de que para esta hembra se recomiendan menores niveles de energía en cada fase de crecimiento los niveles de lisina asignados para dichas fases de crecimiento son más altas, determinando una concentración más alta de lisina por mega caloría de EM.
En el caso del calcio, el nivel recomendado es mayor para hembras de reemplazo en comparación con animales para matadero. PIC recomienda 0.1% más calcio y fósforo para estos reemplazos. Definitivamente tenemos que ajustar nuestras formulaciones a estas necesidades diferentes.
Si nos referimos a programas de alimentación, Close (2004) divide el de levante en cuatro fases. La primera de 25 a 60 kg, en una edad de 50 a 100 días, el nivel de energía debe ser de 3.25 Mcal/kg y la concentración de lisina de 1.2%, debiéndose aplicar una estrategia alimentaria Ad-lib. En esta fase se espera un nivel de GD de 7 mm. La fase 2, se comprende de 60 a 125 kg, una edad promedio de 100 a 120 días, se recomienda una dieta un poco más baja en energía (3.10 Mcal/kg), con menores niveles de lisina y la aplicación de restricción alimentaria debiendo la grasa dorsal incrementarse de de 7 a 16 mm.
Al final de la fase 3, se debe alcanzar un peso de 125 a 140 kg, a una edad de 210 a 230 días; la grasa dorsal debe estar entre 16 a 18 mm como máximo; aquí la energía permanece estable en 3.10 Mcal/Kg y la lisina en 0.8% y la estrategia alimentaria es suministro Adlib. La última fase corresponde al inicio de gestación a una edad de 230 a 260 días, la dieta recomendada debe contener 3.10 Mcal/kg y 0.8% el nivel de lisina, debiéndose asignar 2.0 kg de alimento por día.
Se ha mencionado la importancia del desarrollo de una adecuada estructura ósea. La mineralización del hueso ocurre durante las 12 primeras semanas de vida, en un proceso concurrente con la deposición de tejido magro. Los picos de mineralización a madurez sólo se alcanzarán con adecuada deposición temprana, asimismo, la máxima mineralización del hueso se da a niveles de calcio y fósforo mayores que para máxima ganancia de peso.
La nutrición de la cerda
Actualmente estamos trabajando con cerdas modernas, que tienen características distintas. En primer lugar tienen un metabolismo energético más activo. Si comparamos la producción de calor, ésta era de 110 Kcal/ W 0.75 kg. en la los genotipos antiguos vs 121 Kcal en los nuevos genotipos, entonces la hembra moderna produce más calor por unidad de tamaño metabólico. No sólo eso sino que también hay una mayor tasa de recambio proteico, la lisina en mantenimiento es de 46 mg/ W 0.75 kg. (unidad de tamaño metabólico)en los nuevos genotipos vs los 36 mg. de los de antes.
La hembra moderna presenta menos grasa dorsal lo que significa menos grasa corporal y menor aislamiento. Su cuerpo contiene más proteína y presenta un mayor requerimiento energético. También se caracterizan por mayor producción de leche y por lo tanto tienen una mayor demanda de nutrientes. Pero en contrasentido, tienen menos apetito.
Según Noblet y Etienne (1987) la principal demanda de energía en la cerda gestante es para mantenimiento, alcanzando 72 % del requerimiento total, siguiendo en importancia tejido maternal (23%) y crecimiento uterino (5%). Un factor a tomar en cuenta en la alimentación de las gestantes es la gran diferencia en requerimientos nutricionales entre el inicio y el final de la gestación.
Van Heugten (1998) ha revisado el trabajo de Everts (1994) que establece la variación de requerimientos de energía entre inicio y fin de gestación.
De estos estudios se concluye que el uso de una dieta única durante toda la gestación puede tener implicancias negativas. Si trabajamos con una dieta única en gestación podemos estar dando un exceso de aminoácidos en gestación temprana y un nivel deficitario en gestación avanzada. Además, el patrón de proteína ideal para el inicio y el final de la gestación debe ser distinto, porque no es lo mismo una hembra en inicio de gestación en la que predominan las funciones de mantenimiento, frente a un final de gestación donde hay una alta deposición de proteínas en tejido fetal, por tanto, la proteína ideal de ninguna manera puede tener el mismo patrón de niveles de aminoácidos. Va a costar cambiar, pero va a tener que implementarse una alimentación por fases y con dietas distintas para el inicio, gestación media y gestación avanzada, porque ello contribuirá a reducir costos y mejorar el desempeño de la cerda; reduciría descartes y mejoraría la uniformidad de lechones al nacimiento, porque tanto los excesos como las deficiencias tienen un efecto nocivo.
Hay recomendaciones que muestran un manejo mucho más específico para la gestante. Hasta el año 2008 recomendaban una alimentación de 0 a 5 días, pero ahora ésta es la alimentación que se recomienda.
Siempre hemos pensado que a las recién servidas no se les puede dar mucho alimento, sin importar la condición en que se encuentran.
Hoy este concepto ha cambiado y si la hembra está en muy pobre condición, hay que elevarle la cantidad de alimento, pues la pobreza de condición puede poner en riesgo la implantación de los embriones en la cavidad uterina.
El suministro de alimento debe estar en función de scores de condición de la gestante. Hembras en condición disminuida deben recibir una mayor cantidad de alimento que puede ser de hasta 2.7kg/día, o un consumo de energía de 8790 Kcal/d, mientras que cerdas en condición normal sólo requieren 1.8 kg de alimento por día/d o una ingestión de 5860 Kcal/d.
Tanto la sub y la sobre alimentación en la gestación tienen efectos negativos. La sub alimentación genera baja producción de leche, alta mortalidad pre-destete, menor peso de destete, así como un menor desempeño productivo y una mayor mortalidad de cerdas.
Mientras que la sobre alimentación provoca un menor consumo de alimento en lactancia y menor producción de leche; hay una mayor mortalidad pre-destete y una baja en el peso de destete, se presenta una disminución en el desempeño reproductivo y un incremento en la mortalidad de cerdas

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