lunes, 7 de enero de 2013

El kirchnerismo debate cómo seguir con la fiesta


Tanto la exigencia de renuncia al intendente de Bariloche , Omar Goye, por los saqueos producidos en vísperas de la Navidad, como la ratificación del ministro de Justicia, Julio Alak, tras el controvertido brindis que organizó en el predio de la ESMA , revelan que en el gobierno de Cristina Kirchner reina una convicción: se puede exhibir cualquier cosa menos debilidad.
La presión ejercida sobre el jefe comunal de Bariloche con la venia de la Presidenta encubre un mensaje a otros líderes territoriales del país: podrían sufrir las consecuencias del ahogo financiero si se resisten a alinearse detrás del proyecto político cristinista.
Es sabido en la fracción gobernante que quien ose criticar con dureza al Gobierno, al igual que todo juez que dicte una sentencia contraria a los deseos presidenciales, será considerado un acérrimo golpista. Este calificativo jamás se aplicará a quienes presionen a un intendente para que renuncie si quien avala tal exigencia es la jefa del Estado. El oficialismo ha descubierto que puede haber "destituyentes" malos, pero también "destituyentes" buenos.
Una semana después de producidos los saqueos de comercios en buena parte del país , la Presidenta salió a hablar y descargó toda la responsabilidad en sectores del peronismo. Con especial cuidado, no mencionó una cuestión que en los últimos años se viene profundizando: la penetración del narcotráfico en el mundo de los marginados, que les aseguraría posibilidades de negocios a sectores empobrecidos que, por alguna razón, han sido desatendidos por el Estado o se han cansado de depender de la ayuda política.
Hay otra cuestión que la Presidenta ocultó. En los últimos tiempos, la inflación entró en escena y desnudó la caída del poder adquisitivo de muchos sectores. El gasto social aumentó, pero no en la misma medida que el costo de vida. Así, de la abundancia masiva para subsidios sociales se pasó a una restricción selectiva, en la cual cobra peso la discrecionalidad política.
Un reciente estudio del centro Idesa sobre la base de cifras de la Asociación Argentina de Presupuesto hasta septiembre de 2012, revela que los subsidios sociales han crecido en el último año a un ritmo inferior a la mitad del aumento del gasto público. Mientras el gasto nacional creció a una tasa interanual del 29%, los subsidios sociales lo hicieron al 13%, muy por debajo incluso de la inflación.
A este análisis que explica en parte la rebelión de vastos sectores en situación de pobreza, acompañados por delincuentes profesionales que usaron el disfraz de la protesta social, debe añadirse el hecho de que los subsidios sociales con frecuencia distan de ser un factor que promueve la movilidad, sino que constituyen un mecanismo que perpetúa la dependencia de millones de personas respecto del asistencialismo estatal.
El kirchnerismo, como otros populismos, vive de la ilusión política de que se puede generar una sensación de progreso interminable por la vía de la utilización irresponsable de los recursos públicos. El problema viene cuando el carro de la redistribución se queda sin alguna rueda.
Como señala Mauricio Rojas, profesor de Historia Económica en la Universidad de Lund, Suecia, en su obra Argentina: breve historia de un largo fracaso, los subsidios, como las prebendas, tienden a parecer insuficientes apenas son concedidos o conquistados. Siempre se pueden recibir muchos más y las necesidades insatisfechas se multiplican con una rapidez notable cuando se supone que hay un dador que tiene un poder mágico para generar riqueza a fuerza de voluntad. Cuando la fiesta se acaba surgen la frustración y el desengaño, la protesta y la desafección.
Con todo, los saqueos del 20 y el 21 de diciembre alertaron al Gobierno sobre problemas sociales que no parecía tener en cuenta. Entre otros, que pese al fuerte crecimiento de la economía en la última década, la Argentina tiene un 12% de jóvenes que no estudian ni trabajan.
La estrategia del Gobierno para afrontar estos desafíos en un año electoral apuesta a un repunte de la actividad económica, que prácticamente no creció en 2012, y a la ampliación de los planes sociales. En poco tiempo más, se anunciará un incremento en la Asignación Universal por Hijo, congelada hoy en 340 pesos. También, el incremento de obras públicas en municipios, por medio del plan "Más cerca", a cargo de Julio De Vido. Finalmente, hacia marzo, será el momento de modificar el régimen del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores asalariados y de subir el mínimo no imponible, un piso que no se actualiza desde abril de 2011 y cuya corrección debería ser muy grande como para que los gremios acepten la tesis gubernamental de negociar aumentos salariales no mayores al 20%.
Un problema que el Gobierno no ha detectado es el estancamiento del empleo en el sector privado, que atraviesa gran parte de la gestión de Cristina Kirchner. Según datos de SEL Consultores, entre el primer semestre de 2008 y el primer semestre de 2011, el empleo público creció un 18,4%, mientras que el privado apenas lo hizo en un 5,4%. La pérdida de competitividad de la economía explica en parte el agotamiento del modelo K.
El lema del Gobierno será "Si hay miseria, que no se note". La fiesta del consumo deberá continuar, cueste lo que cueste, en términos de inflación, reservas del BCRA y fondos de los jubilados.
Y frente a la pérdida de control de la calle, la idea es celebrar hasta las propias chapucerías, como con la inminente triunfal recepción de la Fragata Libertad por la Presidenta en el puerto marplatense, pese a su captura durante casi 80 días por la justicia de Ghana como consecuencia de la imprevisión de nuestros ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores.
Otra idea es la profundización de la estrategia del escrache a los jueces , que tuvo en Hebe de Bonafini a su primera adelantada. Si la titular de Madres de Plaza de Mayo dice estar dispuesta a desempolvar carpetas sobre los miembros de la Corte Suprema si no fallan a favor de la ley de medios y en contra del Grupo Clarín, no es difícil deducir que tal información puede provenir únicamente de los servicios de inteligencia del Estado.
El brindis con choriceada en la ESMA convocado por Alak puede ser otro indicador de hasta qué punto la sensación de impunidad hace perderles a algunos hombres del oficialismo el sentido común y el del decoro. Pese a las protestas de familiares de personas desaparecidas en ese lugar, el hecho será una anécdota más dentro del cúmulo de ejemplos de indebido uso del patrimonio público con fines partidistas o personales.
Hay interrogantes más graves, por cierto. Como el que formuló el laureado actor Ricardo Darín: "Quisiera que alguien me explicara el crecimiento patrimonial de los Kirchner" . Tal vez lo ayudendeclaraciones del filósofo José Pablo Feinmann hechas un año atrás al periodista Víctor Hugo Morales: "El enriquecimiento de los políticos es una modalidad universal de la política. No hay político que no haga un acaparamiento de dinero por muchos motivos. Yo te diría que Cristina es una de las que más motivos tiene. Porque está haciendo una política tan arriesgada en tantas cosas, está nucleando tantos odios de la derecha que en cualquier momento se tiene que rajar de este país. Y bueno, tiene que tener dinero para hacerlo. Nadie se cuestiona cómo vivió Perón tantos años en Puerta de Hierro, en una mansión. (...) Que Néstor y Cristina hayan afanado algunos cuantos mangos, y sí, me molesta, pero eso no arruina todo lo que están haciendo".

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