martes, 22 de enero de 2013


Chinche de los cuernos en maíz

Soy asesor del CREA Santa Isabel y de empresas agropecuarias que desarrollan sus actividades en la zona sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires. Los lotes de maíz de nuestra zona vienen sufriendo cada vez con mayor recurrencia los efectos de picaduras de chinche de los cuernos. Esto genera pérdidas importantes de [...]
Soy asesor del CREA Santa Isabel y de empresas agropecuarias que desarrollan sus actividades en la zona sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires.
Los lotes de maíz de nuestra zona vienen sufriendo cada vez con mayor recurrencia los efectos de picaduras de chinche de los cuernos. Esto genera pérdidas importantes de plantas y gran desuniformidad temporal y espacial en los cultivos. Además, pone en riesgo el potencial de rendimiento esperado.
Con el objetivo de poder atenuar los efectos de esta plaga hemos evaluado tratamientos en preemergencia con distintos principios activos. Hasta el momento, la evaluación de esta técnica ha arrojado resultados de muy baja eficacia.
No obstante, a partir del monitoreo de lotes y la focalización de la problemática observamos que la incidencia de la plaga sobre el cultivo es menor a medida que la velocidad de emergencia del maíz aumenta. De esta manera, toda práctica de manejo que apunte a facilitar este proceso será bienvenida. Sólo por citar algunos ejemplos, encontramos que la fecha de siembra utilizada, el uso de barre rastrojo y el vigor inicial del híbrido elegido, fueron determinantes a la hora de lograr una pronta emergencia del cultivo.
En el caso de la fecha de siembra observamos que los lotes implantados en septiembre con temperaturas más bajas experimentaron un arranque más lento y, por ende, fueron los más afectados por la chinche de los cuernos. Los maíces de octubre presentaron menor incidencia de la plaga, mientras de los que de diciembre prácticamente no se vieron afectados. Para cada fecha de siembra la utilización de barre rastrojo también mejoró la velocidad de emergencia.
Por último, vimos diferencias importantes en la susceptibilidad de los híbridos a esta plaga. Esto lo atribuimos a las diferencias de vigor inicial observadas en cada material, que son propias de la genética elegida.
Por medio de esta experiencia, una vez más, pudimos vivenciar que las tecnologías de insumos y de proceso deben ser complementarias para lograr la eficacia buscada en atenuar los efectos de una plaga.

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