jueves, 13 de diciembre de 2012


Se desacelera el ritmo de recomposición del stock vacuno en la Argentina

Los precios ganaderos cayeron un 20% en términos nominales durante 2012 y a eso hay que agregarle el efecto negativo de la inflación. Tamaña erosión de valores reduce el interés de los ganaderos por retener hacienda.
Juan Barberis, consignatario de Liniers, detecta una reducción de la velocidad con que se produce la recuperación del stock vacuno. “Desde mediados de 2010 y durante todo 2011 observamos relaciones que marcaban un fuerte interés en recomponer los rodeos. Por ejemplo, en momentos de retención, los vientres preñados aumentan su precio medido en kilos de ternera. En 2011, una vaquillona preñada valía 15% más, en kilos de ternera, que hoy”, compara. Y añade que en 2011 las terneras eran demandadas “50% para reproducción y 50% para engorde; en 2012 la mayor parte de los pedidos tienen como destino final la faena”.
Las causas de este menor interés de los productores en la hacienda se asocian al aumento de costos directos e ingresos disminuidos, lo que reduce el margen bruto, y al incremento de gastos de estructura del establecimiento. En esta situación, el negocio de la invernada resulta jaqueado por el valor de la reposición y del maíz. “La cría bien llevada todavía deja alguna utilidad, aunque supeditada al valor de los terneros en la próxima zafra”, admite Barberis.
Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero, también observa un enfriamiento de la retención y un aumento de la faena de hembras. “En septiembre de 2012 creció 5,9% la matanza de vacas respecto de igual fecha de 2011; también aumentó 24% la faena de vaquillonas y 11% la de terneras”, compara el analista.
Con un stock estimado en 51 millones de cabezas y una tasa de extracción de equilibrio del 26%, la oferta de carne de equilibrio sería de 2,97 millones de toneladas por año, resultado de una faena de 13,2 millones de cabezas.
Sin embargo, en 2012 la oferta real sería de 2,6 millones de toneladas, 370.000 toneladas por debajo de lo teórico. De las 13,2 millones de cabezas que se podrían faenar, se matarán 11,5 millones y quedarán en el campo 1,7 millones (3% del stock actual). Es decir, “la fase de retención tiende a moderarse, afectada por los menores precios reales del ganado, por el avance de la agricultura, por los fenómenos climáticos extremos y por la caída de las exportaciones”, explica Iriarte.
Consumo interno débil
La fuerte baja del precio de la hacienda no se traslada a los mostradores. “Los intermediarios necesitan apropiarse de márgenes para enfrentar crecientes gastos de salarios, alquileres, electricidad y fletes, y para recuperar pérdidas anteriores”, apunta el consultor. El consumo interno muestra debilidad frente a los altos precios de la carne respecto del pollo. Con 110 kilogramos por habitante entre carne vacuna, porcina y aviar, la demanda doméstica está muy bien abastecida.
Por el lado de la producción, los operadores están esperando que pase la sobreoferta proveniente de los feedlots que encerraron terneros a partir de julio/agosto, y que vuelcan novillitos gordos hacia fines de año-principios de enero. Luego puede aparecer la oferta de engordes caseros con ganancias diarias más modestas.
Muchos ganaderos esperan el efecto alcista “heladera vacía” en marzo, cuando la población vuelve de las vacaciones. Iriarte pronostica que, de ocurrir, se podría asociar a un aumento de la demanda más que a una caída de la oferta. “Es muy difícil que el precio del novillo pueda seguir a una inflación del 25% anual. Lo más probable es que quede rezagado respecto de aquélla”, conjetura Iriarte.

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