martes, 18 de diciembre de 2012


La dificultad de conquistar mercados con un país cerrado

¿Se le puede vender naranjas al Paraguay o hielo a Alaska? Estos propósitos imposibles tienen un serio interrogante a partir del momento que La Sibila, desde su planta de Nogoyá, Entre Ríos, comenzó a exportar productos lácteos a Nueva Zelanda. Sí, a Nueva Zelanda, el primer exportador mundial de leche responsable de un tercio del comercio mundial de productos lácteos.
Los neozelandeses, que exportan a 151 países, no tuvieron mayores complejos en comprar desde mediados del año pasado a la empresa La Sibila, con Federico Boglione a la cabeza, un ingrediente lácteo para sus productos de leche infantil. No observan que con esto manchen su prestigio de potencia láctea y a nadie se le ocurre pensar que están traicionando a la patria. Simplemente, hacen negocios a partir de entender las nuevas reglas del comercio mundial que impuso la globalización. Con los cien mil kilos de D90 que importan por mes de la Argentina, un suero desmineralizado al 90% que sólo puede elaborar la planta de Nogoyá y otras cuatro más en el mundo, la empresa neozelandesa West Land puede producir y exportar sus distintas fórmulas de leche infantil a los grandes mercados de China y Estados Unidos. Vale consignar que la inversión que realizó La Sibila en instalaciones y en obtener la exclusividad de la tecnología para elaborar el suero D90 en América del Sur fue de once millones de dólares.
Otro ejemplo que nos indica que no es tan imposible “vender naranjas al Paraguay”, es el que viene realizando Claas Argentina que fabrica trescientos cabezales girasoleros en su planta de Ameghino para exportar a la casa matriz de Claas en Harsewinkel, Alemania. Esta experiencia de vender “fierros con tecnología” a los alemanes y cumplir con todas sus exigencias ya tenía como precedente la exportación que la filial argentina efectuaba de los cabezales para trigo, soja, arroz y maíz que le fabricaba la empresa Allochis. En este caso se abastecía al mercado de cosechadoras que tenía Claas a nivel internacional fuera de la Unión Europea.
Y que se sepa, la canciller alemana Ángela Merkel no sintió que estas importaciones sean una incongruencia de su política de crecimiento industrial.
En el favorable contexto internacional podrían ser muchas más, pero al menos los dos ejemplos aislados de Claas Argentina y La Sibila sirven para descubrir las complejidades del comercio internacional. Un escenario donde no hay blancos y negros, sino una operación cada vez más sofisticada que necesita por lo menos de un alto grado de conocimiento.
El Gobierno reemplaza esta realidad por una versión simplificada donde las herramientas más utilizadas son las trabas de todo tipo y color. Y no está dispuesto a escuchar nada sobre los flujos de intercambio comercial entre los países y las ventajas de la especialización. ¿Quién no tiene alguna anécdota de las reacciones destempladas del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cuando le vienen con un planteo en este sentido?
Pero subestimar el comercio internacional para un país que exporta alimentos como Argentina no es gratis. Mientras la región de los países de América latina y el Caribe en el primer semestre de este año aumentó en promedio 4,1% sus exportaciones, Argentina cae 1,1%.
De movida, un modelo de país cerrado choca con la pretensión de la presidenta Cristina Kirchner de tener exportaciones agropecuarias con un mayor grado de elaboración. “Es imposible avanzar en la cadena si no se libera el comercio. Todas las exportaciones se primarizan. Siempre vamos a tener compradores de granos, pellets o harina. El problema surge cuando queremos vender más jugo de limón, más hamburguesas, vinos o dulces. Todo eso se traba ya sea por las retaliaciones que te imponen los otros países o por los altos aranceles. Hemos vuelto a vender más mosto y vino a granel por no tener los corchos que se necesitan importar para embotellar. Con el aceite ocurre lo mismo. Somos el principal exportador de aceite del mundo, pero todo va a granel. No se envasa porque la ganancia se va en impuestos”, afirma el consultor en comercio internacional Marcelo Elizondo.
Sería oportuno revisar las ambiciosas metas de alguno de los planes estratégicos. A más de uno le puede estar faltando la importación de un corcho o de un tornillo para terminar de desarrollarse.

RESUMEN


  • 30%
    Menos que la pasada
    La cosecha de trigo estará muy por debajo de la última campaña, según la Bolsa de Cereales porteña

LA FRASE


  • “El Gobierno no puede ser un ente recaudador del sacrificio de los trabajadores”
    Gerónimo Venegas
    Secretario General Uatre

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