sábado, 15 de diciembre de 2012


Ganadería: Lo mejor ya pasó

Tras dos años de altos precios ganaderos, lo ocurrido en los últimos meses da la pauta de que 2012 marca el comienzo de otra etapa. “Es evidente que para la ganadería lo mejor ya pasó, en términos de precios y de rentabilidad”, aseguró Ignacio Iriarte en la última jornada ganadera realizada por los CREA de la zona Mar y Sierras en Tres Arroyos.
Si bien avizora precios alentadores y un futuro promisorio para la ganadería vacuna en el largo plazo, en el plano más inmediato pronostica precios acotados, principalmente por la faena de gran cantidad de animales proveniente de feed lots.
Durante su exposición, el especialista describió que el principal obstáculo que enfrenta hoy la ganadería es la inflación, que licúa las fuertes subas de los precios de la carne, además de quitarle competitividad a la exportación.

Enemigos íntimos

Por lo general, a la salida de una liquidación muy importante le sucede una suba de precios ganaderos, tal como ocurrió luego del período 2007-2009, cuando se faenaron 10 millones de cabezas en menos de tres años. “El primer año después de la liquidación suele haber muchas expectativas y, ante la duda, no se vende, por lo que la oferta se reduce aún más. Al mismo tiempo, las pariciones siguen siendo bajas como consecuencia del desaliento de los años anteriores”, explica Iriarte.
“Por eso, en 2010 se produjo una abrupta suba de precios que alcanzó su pico en el mes de noviembre; 2011 fue un año de transición, y en 2012 el mercado ganadero se muestra claramente incapaz de soportar altos precios”, sintetiza.
Sin embargo, a este proceso natural de recuperación del stock y de estancamiento de los precios se le suma un enemigo contra el cual la pelea está perdida de antemano, que es la inflación. “Vivimos varios procesos inflacionarios y sabemos que es prácticamente imposible ganarle. Es improbable que los precios de la hacienda crezcan a un 25 por ciento anual. Lo máximo a lo que se podría aspirar es que se obtengan aumentos nominales que amortigüen sus efectos”, pronosticó el orador.

El mercado interno manda

“Si se analiza el mercado ganadero con una visión de largo plazo, se puede seguir siendo optimista. Pero en el mediano plazo, lo que se advierte es que somos completamente dependientes de lo que suceda en el mercado interno”, aseguró Iriarte.
El analista explicó que “a la exportación se le puso una enorme cantidad de trabas en los últimos años, por lo que cerraron muchas empresas. Incluso si se tomaran medidas que permitieran exportar más, se contaría con una cantidad de empresas mucho menor”.
“Además, las que quedan no toman la posta de las que cerraron. Finalmente, los frigoríficos entendieron el mensaje del Gobierno: saben que no tienen que exportar, sino que deben adaptar todo lo posible las ventas al mercado interno”, ilustró.
Por ello, ahora que el Gobierno levantó las restricciones más groseras vigentes para el sector ganadero –como los ROE o las limitaciones a la cuota Hilton–, se observa que las ventas externas no repuntan.

Iriarte sostuvo que esto se da, en primer lugar, por el cierre de empresas exportadoras, pero, sobre todo, por la pérdida de competitividad de los productos argentinos. “En un régimen de total libertad, ahora el problema decisivo es el atraso del tipo de cambio. Mientras esto no se resuelva, se va a depender estrechamente del mercado interno”, aseguró.
“La inflación se le fue de las manos al Gobierno, pese a la elevada presión fiscal. El sistema de precios relativos se ha destruido, porque la inflación se comió el tipo de cambio”, recapituló.
“Cuando uno habla con los exportadores, dicen que con este precio de la hacienda y con este tipo de cambio no tienen ninguna posibilidad de competir en el mercado externo”, dijo Iriarte, para agregar: “Además, la carne tiene algunas cargas extras, como el 15 por ciento de retenciones y la contribución a la Gran Barata para el mercado interno”.

En caída libre

Como consecuencia de lo expuesto, el disertante señaló que “las exportaciones vienen en caída libre en los últimos años, con excepción de lo ocurrido en 2009, cuando Néstor Kirchner cambió las reglas de juego sólo por ese año, obteniendo una respuesta tremenda de la industria, que pasó de niveles muy bajos a 670.000 toneladas en cuestión de meses”.

Corto plazo

Con respecto al corto plazo, Iriarte señaló que “se está produciendo más en el peor momento; el stock se repone, por lo que va a ser muy difícil que la hacienda recupere ese 25 por ciento que perdió en un año de inflación. Es decir, vamos a ir recortando las pérdidas, pero siguiendo a la inflación desde atrás”.
Iriarte destacó la fuerte competencia de la carne de pollo, cuyo consumo creció significativamente de la mano de los subsidios y de la promoción oficial.
En cuanto a la exportación, el analista vaticinó: “Hasta que esta situación no se modifique, va a seguir planchada. El mercado internacional ya hizo por nosotros todo lo que podía hacer: el precio internacional de la carne prácticamente se triplicó en los últimos siete años, pero nuestro peor enemigo –la inflación– se comió el tipo de cambio”.

Perspectivas a largo plazo

Más allá de lo que ocurra en el mercado local, Iriarte aseguró que en el largo plazo los precios de la carne van a seguir subiendo en el mundo.
El principal argumento del analista a favor de la carne tiene que ver con el estancamiento de la producción y con su abandono por parte de los grandes bloques económicos (China, EE. UU. yla Unión Europea).
De cara a 2050, es probable que la carne vacuna, a diferencia del resto de los commodities, no incremente su producción, que está estancada desde hace cinco años.
Iriarte reveló que “hay sospechas fundamentadas de que los grandes bloques económicos están abandonando la producción de carne vacuna en forma lenta, pero sostenida. Los productores europeos tienen costos que tornan inviable la producción de carne vacuna, dada la crisis económica que afecta al continente; no hay nivel de ayuda que compense el costo de oportunidad de vivir con un salario urbano, incluso con una Europa en ruinas”, agregó.
En EE. UU. los problemas principales son la valorización de la tierra y el aumento de los salarios: “Los ganaderos se encuentran ante la imposibilidad de encontrar sucesores que estén dispuestos a trabajar en el campo. Además, tienen un problema de escala. El rodeo de cría promedio de los productores estadounidenses es de 40 vacas. Si a eso se le suma la tentación que representa la vida urbana para las nuevas generaciones, que están mucho más calificadas, da como resultado que los hijos de los productores decidan no quedarse a cuidar 40 vacas en el campo”, afirmó.
Otro escollo que encuentra la producción ganadera en EE. UU. “es la presión de venta de los grupos ecologistas por recuperar las tierras fiscales, donde se desarrolla la mitad de la cría, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, donde esa proporción no llega al 1 por ciento”.
Por su parte, en China “no es fácil engordar ganado vacuno. Ellos tienen muy poca tradición en comer este tipo de carne, puesto que la hacienda se utiliza para arar. Por esta razón, el precio interno chino equivale a la mitad del precio internacional”, calculó.
En tanto, enla India, que es el mayor exportador de carne del mundo, los vacunos son sagrados. “Este añola Indiava a exportar diez veces lo que exportarála Argentina, pero lo que comercializa son búfalos, no vacas. Para los indios, las vacas fertilizan los suelos y dan leche; además, usan su orina con fines medicinales”, añadió Iriarte.
Al finalizar, el orador recordó las principales conclusiones de los expertos de la FAO que aseguran que el mercado de la carne vacuna tiene futuro, más allá del estancamiento de la producción. “Entre los factores positivos para la carne argentina en el mundo, el primero es el crecimiento poblacional; el segundo, que es el mercado más fuerte de todos, ya que ha habido un cambio de la dieta provocado por la mejora en el ingreso”, argumentó.
El tercer factor clave para que los precios se sostengan es la urbanización. “En Asia, donde la población es principalmente rural, hay un cambio drástico en el consumo de todo tipo de bienes cuando los habitantes migran del campo a la ciudad”, aseguró.
El último factor por tener en cuenta es que “aunque los precios agrícolas bajen, ya se encuentran en un nuevo escalón más alto. En la mayoría de los países del mundo, la ganadería es una actividad que carece de espacio y, además, depende de los granos que exportanla Argentina, EE. UU. y Australia, por lo cual cabe pensar que los altos precios internacionales de la carne llegaron para quedarse”, concluyó Iriarte.

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