viernes, 12 de octubre de 2012


SILAJES: LA BOLSA SE HACE CARNE

La superficie destinada a silajes sigue creciendo en forma exponencial. La producción de carne bovina se mantiene como el principal destino de estos recursos forrajeros. El corrimiento de la ganadería hacia las zonas marginales incrementó el uso de las bolsas y del picado de sorgo.
El primer registro de la superficie forrajera que fue picada con destino a silaje en la Argentina es de 2004: 310 mil hectáreas. Fue uno de los primeros datos que surgió luego de la formación de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros (CACF), que a partir de allí comenzó a llevar registro de la evolución de la actividad. En la última campaña, 2011/12, la superficie superó las 1.600.000 hectáreas. Para darle mayor confiabilidad a sus estadísticas, la Cámara enfrenta la información recibida de los contratistas asociados con las ventas de los semilleros.
“Creo que las tasas de crecimiento interanual de la superficie dedicada a silajes se comenzarán a calmar –explica Patricio Aguirre Saravia, presidente de la CACF-, pero lo que seguirá creciendo es la mejora del proceso de ensilado, extracción y consumo buscando mayor calidad. Precisamente lo que estamos tratando de hacer en la Cámara es colaborar para que el contratista se profesionalice y pueda ayudar al productor en la toma de decisiones, como es definir qué y cuándo hacer las reservas”. Esa profesionalización de los contratistas está facilitando el acercamiento y el trabajo en forma conjunta con los asesores nutricionistas de los establecimientos.
En referencia al fuerte crecimiento que mostró la actividad, del orden del 40 al 50% cada año, Aguirre Saravia dijo que “Estoy entrando en la campaña número 30 como contratista y en este tiempo prácticamente no cambié la cantidad de clientes, sino que todos crecieron en superficie. Al principio los productores hacían reserva para 60 días, después se pasó a los 180, 200 días y hoy aquellos que no tienen reservas para más de 1 año no están tranquilos”. “Es que en ganadería –agregó-, tanto de carne como de leche, el dueño del negocio es el dueño de la comida y no el dueño de la plata”.
Entre los destinos del silaje, la utilización para producción de carne muestra el mayor crecimiento y alcanzó al 58% de la superficie picada en la última campaña. “En buena parte esto se debe a que la agricultura fue corriendo a la hacienda hacia zonas marginales, en las que se comenzaron a hacer muchas reservas forrajeras, como es el caso de los feedlots que se armaron en el norte del país”, explica Aguirre Saravia. Mientras tanto, el crecimiento de la utilización de silajes en los tambos muestra un comportamiento más estable, es decir que sigue creciendo pero en un ritmo más tranquilo, a la vez que hoy el sector no pasa por un buen momento. Pero tanto en carne como en leche, la mira está puesta en la calidad del silaje obtenido, de manera de garantizarse una alta eficiencia de conversión a nivel nutricional que lleva a obtener más carne o leche por cada kilo de silaje.
A la bolsa
“Hay dos razones que justifican el altísimo crecimiento que muestra el silo bolsa frente a los aéreos –explica el titular de CACF-, la primera es que el negocio de la carne se expandió a zonas en las que no se cuenta con tanta infraestructura y las bolsas facilitan el manejo, por ejemplo permite el autoconsumo y tiene la facilidad de que puede ser abierta para darle terminación a una categoría y volver a cerrarla. Por otro lado, la bolsa disminuye el riesgo que surge de las mayores variaciones de producción entre años que se presentan en esas zonas marginales. Si bien la bolsa ofrece estas ventajas, se debe tener en cuenta que por lo general en un silo bunker se obtienen mejores resultados en cuanto a calidad y densidad de materia seca por metro cúbico”.
Ese corrimiento de la ganadería hacia las zonas marginales también aparece como la causa del aumento porcentual que muestra la superficie de sorgo destinada a silo, ya que en esas zonas presenta una estabilidad productiva y consecuentemente menos riesgo que el maíz. En tanto que las hectáreas de verdeos y pasturas ensiladas muestran la menor participación y una gran variación entre años dado que generalmente responden a excedentes que aparecen en los años climáticamente buenos que determinan una mayor producción forrajera.

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