jueves, 23 de agosto de 2012

Otro ejemplo de lo que “no hay que hacer”


Como si la torpeza, el desconocimiento o la tozudez fueran virtudes, varios funcionarios de la Administración Kirchner hacen ostentación de semejantes debilidades sin tratar siquiera de atenuarlas o, al menos, disimularlas.

Así, a los horrores cometidos con la carne vacuna, que llevaron a la liquidación de una cuarta parte del rodeo (10 millones de cabezas), perder casi todos los mercados externos llegando al mínimo de exportación y obligando a los consumidores bajar la ingesta casi 20% debido a los precios extraordinariamente altos a causa de la caída de producción, ahora se podría sumar otro ejemplo del mismo tenor: la lechería.
Y, tal vez, es aún más grave que el anterior. Entre otras cosas porque se trata de un rubro comparativamente más avanzado, semi intensivo y con gran diversificación de los productos finales.
El caso es que los más de 20.000 tamberos que aún se registraban a principios de los 2000, se redujeron ahora a alrededor de 10.000, con tendencia a seguir bajando.
De hecho, sería muy difícil lo contrario considerando que, tal vez, la leche en tranquera de tambo sea el único producto que en el último año “BAJO” su precio nominal al pasar de aproximadamente $ 1,60/1,65 por litro a apenas $ 1,50 en la actualidad, mientras los costos de producción aumentaron geométricamente, y también los lácteos elaborados al consumo.
¿Qué pasó en el medio? ¿Quién vigila y arbitra entre los sectores?
Aparentemente nadie, y cuando lo hacen generalmente es para causar mucho más perjuicio que beneficios.
De tal forma, la leche, que cuenta con 3/4 cuencas básicas, todas en la Pampa Húmeda (Santa Fe y Córdoba, Abasto Bs. As. y Mar y Sierras más cerca de la costa bonaerense) debió competir nada menos que contra la soja, con el resultado obvio: la oleaginosa le ganó por goleada.
Y si el daño no fue mayor se debió a que durante varios años, desde 2005 hasta ahora (cuando comenzaron las protestas lecheras por la suba de las retenciones al producto), las cotizaciones internacionales alcanzaron niveles extraordinarios que permitieron, a pesar de las quitas directas por retenciones y de las indirectas por manipulación (oficial) del mercado, que los precios a nivel del tambo al menos cubrieran los costos.
También que algunos establecimientos más grandes, y con mayores “espaldas financieras”, vieran la posibilidad a futuro de opciones fuertes de exportación (por ejemplo a China) y decidieran aguantar el cimbronazo, incluso,agrandándose a costa de la desaparición de los más chicos.
Difícil explicar porque se achica casi a propósito una actividad “de punta”, cuando se podría crecer.
Bien, eso forma parte seguramente del imaginario K o del “realismo mágico” que enarbola una parte importante de este gobierno.
Y es que no solo la leche es un producto de primera necesidad y el eje indiscutido de la Canasta Básica, sino que además es una fuente importante de agregación de valor; de diversificación productiva, con generación de mano de obra en el interior en pequeños pueblos y localidades; y también de ingreso de divisas si se materializara el potencial productivo del país y, por ende, se exportaran los volúmenes que se pueden alcanzar con bastante facilidad.
Lo cierto es que el balance hoy es muy negativo ya que a la disminución de 50% en la cantidad de productores, se debe sumar el estancamiento durante casi una década de la producción (que no cayó del todo gracias a los avances técnicos en el mismo lapso) entre 9.500 y 10.500 millones de litros anuales, la baja en el nivel de exportaciones y, lo peor, la caída en la ingesta local de lácteos que no logra alcanzar los 220 litros por habitante y por año que llegó a tocar durante la década de los ’90.
¿Cuál es entonces el objetivo? ¿Cómo se hace consistente el discurso oficial de “defensa de la mesa de los argentinos”, de “respaldo a los pequeños y medianos productores”, de estrategia en la búsqueda de agregación de valor (hasta se creó una subsecretaría con ese fin), de “federalismo”, con la cruda realidad que muestra exactamente lo contrario?
Ahora los tamberos, ya cansados después de casi 7 años, y tras la suelta de globos negros en la Pista Central de la Rural para mostrar su “luto”, comenzaron a “pintarse la cara” en un último intento de defender su actividad y la producción láctea del país. Mientras, los funcionarios directamente responsables, por lo menos los actuales (básicamente Norberto Yauhar de Agricultura y Guillermo Moreno de Comercio), siguen haciéndose los distraídos y no dan ni respuestas ni cumplen los compromisos.
Es evidente entonces que, si persiste el actual esquema, a la gallina de los huevos de oro le queda muy poco tiempo de vida.

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