miércoles, 25 de julio de 2012

¿Qué pasaría con los granos si hubiese una devaluación?


En un cuadro de angustiante incertidumbre, la soja y los demás granos muestran un camino…

A través del Banco Central, el gobierno tiene el poder monopólico de creación de dinero. Cuando “emite” en forma desmesurada, lo que se produce es inflación.
Si el Producto Bruto aumenta, lógicamente debe incrementar la base monetaria. Pero si la incrementa para atender el déficit fiscal lo que, a la larga, aparece es la inflación; que luego se retroalimenta por las expectativas de nuevos aumentos de precios.
El impuesto inflacionario, derivado de esta irresponsable estrategia, grava el ahorro y el salario fundamentalmente, ya que cuando el gobierno emite por demás se apropia de parte del valor de los ahorros y de los salarios.
La gente en nuestro país conoce como en ninguna parte del mundo este fenómeno y, por ende, trata de huir de la
posesión de pesos.
La fuga de capital en estos años es en parte prueba de ello. Fuga que hoy se acentúa con la desesperación de la gente por abandonar el dinero nacional.
No es que la gente sienta una atracción especial por el dólar.
Lo que pasa es que el peso como reserva de valor deja de cumplir su función.
Pues no permite mantener la riqueza.
De esta manera, el peso sólo cumple una función de transacción.
Y ni siquiera es útil como unidad de cuenta.
La tradición en el comportamiento argentino se ha sustentado en reemplazar al dinero por el dólar.
Porque en esta opción encuentra, relativamente, una accesible forma de reserva de valor.
Pero frente a las dificultades, que en forma creciente han ido apareciendo desde noviembre pasado, para acceder a esta opción, la gente desesperadamente presiona sobre el valor del dólar al tiempo que recurre a la compra de cualquier cosa que le permita algún grado de reserva de valor.
El eslabón primario de la cadena agrícola cuenta con la posibilidad de usar su mercadería como reserva de valor. El caso de la soja es el más representativo.
Y no sólo puede servir para ello sino también, aunque imperfectamente, para unidad de cuenta y para realizar transacciones.
En un mundo de demanda sostenida de alimentos y frente a un cuadro inmediato de restricción en la oferta, por problemas climáticos en el hemisferio norte, la “opción granaria” como reserva de valor es muy conveniente, dada la inflación local imperante y la expectativa de devaluación.
Que la soja o los demás granos pueden subir aún más resulta muy posible, por los inconvenientes climáticos del norte. Pero a ello, debe agregarse la posibilidad de una devaluación.
No olvidemos que una tasa de inflación interna elevada, con tasas de interés negativas, más la expectativa de depreciación, que produce un diferencial tan elevado entre el precio oficial y el marginal del dólar, conforman un adecuado caldo de cultivo para una futura devaluación del peso argentino.
Hay que remarcar que mercado internacional tiene todavía margen para nuevas subas, puesto que las lluvias en EE.UU. fueron leves y que los pronósticos hablan de mucho calor y mínimas precipitaciones para los próximos días.
Hace casi 25 años que no se ve una campaña tan seca, sobre todo porque, ahora, la falta de agua golpea duramente en el epicentro agrícola del país. Los recientes números del USDA son claros: 31 % del maíz s encuentra en condiciones buenas a excelentes y 34 de la soja está en esta situación. Para la misma fecha del ciclo previo, los porcentajes 66 y 64 respectivamente.

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