domingo, 15 de julio de 2012

La guachera, esa materia pendiente (Un área que tiene mucho por mejorar)



La mortandad de terneros es superior a la deseable en los tambos de la región. Entidades públicas y asesores privados remarcan los beneficios de adoptar técnicas que permitan una supervivencia mayor, como la selección y suministro asistido de calostro de calidad. Afirman que “el plantel puede crecer 15% en dos años”.
La elevada tasa de mortandad de terneros en guachera es un problema para la mayoría de los tambos de la región. El tema no es nuevo, pero comienza a cobrar importancia en tiempos de crisis como el actual, ya que una mejora en los índices de supervivencia podría representar una considerable ayuda económica para los establecimientos.
Los números recabados en la región por el INTA Rafaela muestran un promedio de pérdidas del 13%, superior al 5% tolerable para una gestión eficiente que permita, por ejemplo, cubrir la reposición de vaquillonas. Desde el Proyecto Lechero, por lo tanto, difundieron algunas prácticas que podrían disminuir enfermedades y mejorar esos índices.
A tono con esas orientaciones, en el ámbito privado surgen asesoramientos especializados como el que brindan Alejandro Colombo y Emiliano Kreczmann, de la consultora Neocampo. Como sus colegas del INTA, entienden que el secreto no está en la guachera, sino en lo que se haga antes para evitar patologías como diarrea neonatal y neumonía. Para lograrlo proponen -entre otras técnicas- hacer foco en el calostro, descartando el de mala calidad y suministrando artificialmente uno bueno.
Arriba de lo tolerable
Alejandro Abdala, médico veterinario el INTA Rafaela, comentó a Campolitoral que un relevamiento en guacheras de la zona (santafesinas y cordobesas) reveló una media de 13% de mortandad de terneros, con mínimos de 4% y máximos de 30%. “Lo aceptable -dijo- es no tener más del 5% para que se considere exitosa al crianza y posibilitar al tambo el 25% de reposición anual”. En los planteos intensivos -estabulados o semi- sostuvo que tienen niveles elevados de descarte por problemas sanitarios o mortandad y necesitan más que ese porcentaje, “y si encima tiene elevada mortandad en la cría se le complica su propia reposición”.
Para encontrar las causas del problema basta considerar la muestra utilizada: los técnicos sólo encontraron 9 establecimientos con registros confiables de esas pérdidas, prueba de la acotada atención que se dedica a la crianza artificial. “El productor no lleva registro de estas pérdidas”, dijo Abdala.
El manejo ineficiente del parto es el primer problema. “El calostrado no es dirigido, se deja que el ternero se arregle; debiera haber personal entrenado y dedicado a eso”, observó el técnico. Además, distinguió entre partos naturales y distósicos (con dificultad) y llamó la atención sobre los segundos: “el ternero de parto asistido no siempre tiene vitalidad y la madre queda desgastada no suele estar predispuesta a ayudar a la cría a tiempo”. Explicó que no superan el 5% y que son más comunes en vaquillonas, pero además está relacionado con el tipo de toro utilizado (si aporta o no facilidad de parto).
También recordó que la clave del calostrado, proceso que aporta defensas (inmunoglobulina) a la cría, es que debe realizarse antes de las primeras 4 a 6 horas de vida.
A tomar nota
La última hoja informativa para productores del Proyecto Lechero del INTA Rafaela, titulada “Tres puntos importantes para el éxito”, recomendó algunas “técnicas fundamentales” sobre el parto, el calostrado y la desinfección del ombligo de los terneros para disminuir el nivel de mortandad.
En primer lugar aconsejan secar las vacas entre 60 y 45 días antes del alumbramiento, suministrando una dieta adecuada y vacunandolas contra enfermedades que después pueden afectar a los terneros (como las diarreas y las neumonías). Esto favorecerá que el calostro sea de muy buena calidad y que el parto -que debe producirse en un ambiente limpio, sin acumulación de bosta y barro- se desarrolle en forma normal, tratando de que sea natural para que tanto la vaca como el ternero se recuperen rápidamente. Se recomienda no intervenir si no es estrictamente necesario; caso contrario debe asegurarse el calostrado de manera artificial.
“Desde el nacimiento el ternero tiene un tiempo máximo de entre 8 y 12 horas para incorporar defensas a través del calostro”, indica el instructivo. Y aporta algunos parámetros para un buen calostrado. La cantidad debe ser equivalente al 10 % del peso del ternero en tres tomas. Y para obtener calidad, lo ideal es abastecerse del primer ordeño de vacas multíparas (más de dos partos) vacunadas y en buen estado de salud. El suministro depende de la reacción del recién nacido: si se paró antes de las 2 horas puede tomarlo de su madre en forma natural; pero si hay dudas, partos con ayuda, madres con poca actitud materna, terneros débiles o mellizos, es conveniente dar calostro proveniente de un banco de calostro (ver aparte) en forma manual.
Por último, las onfalitis o infecciones de ombligo son un problema frecuente en las crianzas y pueden desencadenar problemas más graves como poliartritis, otitis y/o abscesos en el hígado. Estos problemas pueden prevenirse fácilmente desinfectando los ombligos inmediatamente después del parto con una solución yodada.
Dinero extra
Para Colombo y Kreczmann el “subsistema cría” no ha tenido la evolución que sí hubo en otras áreas del tambo, como la nutrición o la reproducción. Aseguran que “los índices que hoy tiene la crianza ofrecen perspectivas de mejoras porque se mueren demasiadas terneras”.
Al respecto, cuentan con un relevamiento en 8 guacheras en las que, sobre 3643 hembras nacidas, registraron una mortandad entre 2.1% y 12%. El estudio separa los resultados en estratos, según las técnicas utilizadas y el nivel de muertes neonatales. Se destaca que los de menores pérdidas (2.2 a 4.8%) trabajan con corral de parto, suministro artificial de 4 litros de calostro y leche bacteriológicamente apta, baja permanencia de la cría con la madre y vacunación preparto. En el otro extremo, hay una relación directa entre alta mortalidad y malas prácticas: entre 9.8 y 12% de muertes sufrieron aquellos que no usan corral de parto ni calostran artificialmente; donde la madre pasa mucho tiempo con la cría y no se vacuna ni se alimenta con leche apta.
Disminuyendo estos índices, afirman que “podría inyectarse al tambo un dinero extra que hoy está dejando de percibir”. Estiman posible un crecimiento del 15% del plantel lechero en 2 años, además de sumar ingresos con los machos, gracias al buen precio del momento.
“Una guachera exitosa es la consecuencia de un preparto, parto, calostrado y manejo posterior exitosos; además de contar con personal capacitado y estimulado”, resumieron. La forma de saber si se está trabajando bien es lograr que la cría “pese el doble que al nacimiento en el día 56”. Antes de eso, apuntaron algunos detalles a observar en la guachera. Por ejemplo un ternero sano bostea en un sector alejado de donde descansa; o la presencia de lágrimas como señal de neumonía.
Defensas ante todo
El protocolo de trabajo de Neocampo propone secar las futuras madres 60 días antes y destinar un sector del corral de preparto para los alumbramientos. “Si los animales nacen en un ambiente cargado de microorganismos, por más bueno que sea el calostrado es probable que no alcance; que la protección no sea suficiente para tanto desafío”, aseguraron.
De todas maneras el eje de su planteo es el calostro. “Hay que identificar las vacas con calostro malo para desecharlo, como primera medida. Para ello -indicaron- hay que hacer un análisis con calostrímetro”. Afirman que cada madre puede generar hasta 9 litros de calostro y que con 4 -en las primeras 3 horas de vida- el ternero cubre la demanda de inmunoglobulina. Por lo tanto se generan excedentes que pueden acopiarse congelados para luego ser proporcionados a los recién nacidos en el tiempo y con la calidad requeridos.
El trabajo implica, además, adoptar un programa preventivo que permita identificar el problema. “No podemos seguir criando las terneras como hace 40 años ni como hace 15, porque la vaca y el ambiente han cambiado”, afirmó Colombo. Y advirtió que es inviable usar las mismas prácticas durante todo el año: “tanto en la guachera más grande o sofisticada como en la más pequeña si preguntás cuantos litros de leche dan al ternero te dicen 4, no importa si es enero y hace 40 grados o con 5 bajo cero en invierno”.
Los profesionales insistieron: “el tambo avanzó mucho en reproducción y nutrición; incluso la selección genética se ha basado en niveles de producción, descuidando la capacidad materna. Ahora hay que perfeccionar la crianza artificial para que no se mueran tantos terneros”.


¿Un banco de calostro?
El INTA aconseja armarse de una reserva de calostro con el que proviene de vacas de más de dos partos, vacunadas, con buena salud y de primer ordeño.
¿Cómo guardarlo? En botellas plásticas o bolsas de nylon, que son mas fáciles de guardar y mas rápidas para descongelar. En el freezer dura hasta 1 año y en heladera común 1 semana.
¿Cómo reconstituirlo para dárselo al ternero? Descongelarlo lentamente, ya que las proteínas que necesita el ternero se destruyen a temperaturas mayores a 70 grados. Por eso nunca hay que colocarlo a baño maría ni en agua hirviendo.
Puede dárselo al ternero en mamadera o con sonda a una temperatura de entre 25 y 35 ºC.


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Malas señales. El ojo húmedo y con lagaña indica una neumonía inminente; la bosta en el lugar de descanso evidencia diarrea neonatal.
Foto: Juan Manuel Fernández

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Buena salud. El ternero sano luce vivaz y organiza su espacio, por ejemplo bosteando separado del lugar de descanso.
Foto: Juan Manuel Fernández

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Manos a la obra. Para Colombo y Kreczmann el “subsistema cría” no ha tenido la evolución que sí hubo en otras áreas del tambo, como la nutrición o la reproducción. Foto: Juan Manuel Fernández

La forma de saber si se está trabajando bien es lograr que la cría “pese el doble que al nacimiento en el día 56”


Gallinas para proteger al ternero
Los titulares de Neocampo, Alejandro Colombo y Emiliano Kreczmann, ensayan una alternativa desarrollada por la medica veterinaria Viviana Parreño (responsable del Laboratorio de Virus Diarreicos del Instituto de Virología del INTA Castelar), que consiste en valerse de las gallinas para aportar inmunidad a los terneros. “Desde hace un tiempo -explicaron- se discute la posibilidad de vacunar gallinas con rotavirus, que es uno de los patógenos causante de diarrea neonatal más importante, y generan anticuerpos que se concentran en la yema del huevo, que pueden suministrarse al ternero como reemplazo de los anticuerpos que la vaca no pudo pasarle”. Agregaron que se administra separando la yema e incorporandola a la leche que se da el primer día al ternero. Por tal motivo en el campo cuentan con un gallinero destinado a esta fin.

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