miércoles, 11 de julio de 2012

Grobocopatel: “Nos conviene el nuevo modelo chino "



Gustavo, el mayor productor sojero del país, y su mujer, Paula, acaban de regresar de China, donde participaron de un congreso sobre el agronegocio. Cómo analizan el presente y el futuro de un país donde vive el 25% de la población mundial, y que es el principal comprador de soja argentina.
El apodado “Rey de la Soja”, que cultiva 250 mil hectáreas en lo que llama “la región” (es decir, Argentina, Brasil y Uruguay), explica que siente “una gran curiosidad por ver cómo funciona el mundo y en qué forma impacta sobre lo cotidiano de nuestras vidas”.
Por eso el viaje a China y la experiencia que comparte con Paula, su mujer (“mi mejor mitad”, explica él), presidenta de Poder Ciudadano y que decidió no perderse el Congreso de Agronegocios, en el que también ha hablado de su propio emprendimiento (“pretendo venderles algo a los chinos”, explica), del cual prefiere no dar detalles pero que pertenece, claro, al campo de la agroindustria.

PAULA GROBOCOPATEL: Además, lo del congreso era una excusa, porque desde hacía tiempo teníamos muchas ganas de ir a China.
GUSTAVO GROBOCOPATEL: Creo que pensar en un mundo globalizado sin conocer China e India sería absurdo. Para un occidental, son países fundamentales para saber qué está pasando en el planeta. La China es, hoy, el 25% de la población del mundo, y gran parte de la actividad universal depende de ella. Además, es el lugar donde se ha desarrollado una serie de transformaciones sociales sin precedentes en la historia de la humanidad. Y esto realmente merece la pena conocerlo.
—Ellos siguen con la obligación del hijo único, ¿no es cierto?
PG: Sí, y lo tienen muy incorporado. Es un tema que no les provoca conflicto. Más allá de que hay femicidios, porque cuando las mujeres se enteran de que están embarazadas se fijan muy bien en si es varón o mujer y tratan de elegir al hombre. Esto, incluso, les provoca lo que llaman “cuatro, dos y uno”. Es decir, los cuatro abuelos relativamente jóvenes y los padres, todos a cargo del hijo varón, digamos, de treinta años y soltero.
GG: Ese hijo los tiene que mantener. Es responsable del futuro de esos padres. Y te diré que es un tema que empieza a hacerles ruido, porque se manifiesta en una preocupación para esos hijos que tienen que mantener a los padres y a los abuelos. Además, en lo social también encontramos en esto un problema frente al envejecimiento que tendrá la población en los próximos veinte años Es no solamente una preocupación, sino también una ocupación puesto que los chinos tienen la cualidad de ir, de pronto, hacia un lado y luego corregir el rumbo. No sería nada raro que empiecen a cambiar rápidamente esta política en los próximos años. Los chinos se ven como parte de un proceso, como una chispa que avanza. Ellos dicen que son marxistas, leninistas, y con el pensamiento de Mao y la teoría de Deng Le van agregando cosas. Y si analizamos todo esto desde el punto de vista de un occidental, nos encontramos con planteos muy contradictorios. Sin embargo, ellos dicen, en el fondo, que “nosotros estamos acá porque fuimos todo esto. Sin hacer demasiados juicios de valores, todo esto que pasó nos representa, y por eso estamos aquí. Nuestro problema es el futuro. La proyección hacia delante. El futuro es una construcción que hay que ir haciendo adaptándonos a lo que va ocurriendo y a los intereses de la sociedad en su conjunto”.
PG: Ellos ahora inauguran su duodécimo plan quinquenal, lo que demuestra una extraordinaria constancia. Imaginate que, por 12 períodos, llevar a cabo organigramas exigentes y detallados implica un enorme esfuerzo. La meta de los chinos es llegar a ser moderadamente progresistas (¡vaya uno a saber qué quieren decir con eso!); tan es así que Deng –un hombre muy astuto– pasó desde la cosa muy personalista de Mao Tse Tung (él tomaba todas las decisiones) a armar un “politburó” de nueve miembros, donde trató de extraer lo que él llama los tres grandes intereses: el interés del pueblo, el interés por el progreso y la cultura –lógicos en una sociedad moderna– y evitar la concentración del poder. De esas nueve personas, tres venían de la China agrícola. Otras tres con trayectoria en el partido como funcionarios públicos (y ahí, desde el año 1000 A.C., tienen jerarquía los funcionarios públicos por meritocracia.) Es decir que no son elegidos a dedo por nadie; rinden exámenes. Ser funcionario público requiere, para ellos, una sólida base cultural. Y, finalmente, los otros tres miembros del “politburó” vienen de la élite que estaba gobernando. Todos entonces se tienen que poner de acuerdo en cómo llevar adelante a su país. Piensan mucho. Discuten constantemente, y esos nueve son los que coordinan la marcha del gobierno.
GG: Y ésos son los famosos “cincuentones” que marcan, de alguna manera, un cambio generacional importante. ¿Por qué? Bueno, en su mayoría han estudiado en los Estados Unidos, tienen títulos de las principales universidades americanas y, hasta ahora, muchos eran ingenieros industriales. Otros, ingenieros civiles o geólogos. Ahora empieza a haber licenciados en Ciencias Políticas, algo más diverso. Desde un punto de vista occidental, diría también que más moderno. Esos son, entonces, los “cincuentones”.
—¿Vos pensás que Deng se inspiró en los cuatro dragones asiáticos, Corea, Singapur, Taiwán y Hong Kong?
GG: Bueno, cuando Deng pensó en una China post-Mao, esta China de apertura, en realidad tenía una base de éxito, que eran estos famosos dragones asiáticos. Inspirado en ellos, lo que hizo Deng fue abrir, en China, zonas integradas al mundo. Zonas en las que se aceptaban inversiones externas y donde se podía proyectar exportaciones o intercambios con el resto del mundo. Como te decía, empezó con cuatro. Shanghái fue una de las primeras. Después fueron tres. Más adelante, 14. Y ahora prácticamente hay una cantidad de estas especies de Estados o micro-Estados que tienen vínculos con el resto del mundo. Por ejemplo, tenés Chong-Ching. Nunca la has oído nombrar, ¿no es cierto?
—No. Nunca…
—Bueno, esa ciudad tiene treinta millones de habitantes Es la ciudad más grande de China y es, prácticamente, del mismo tamaño que Shanghái. Y esa ciudad es como una especie de Estado donde hay, por ejemplo, vuelos directos de Chong-Ching a París. Ha generado prácticamente un cluster, un enclave de desarrollo industrial y de manufacturas absolutamente integrado al mundo. Geográficamente está ubicada en el centro de China. Y como ésta hay otras ciudades (centenas o miles) que van creciendo y atrayendo gente que vive en el campo y se muda a la ciudad. Allí hay actividades de manufacturas industriales, y también trabajan en los servicios.
—Vos decís algo que me desconcierta, Gustavo, y es que a partir de la crisis de 2008 el crecimiento se consolidó especialmente de la mano de la inversión extranjera… ¿pero la inversión extranjera no estaba en crisis?
GG: Claro. Porque en 2008 la crisis provocó la burbuja, y lo que sucedió en China, a diferencia de otros países, fue que la inversión extranjera se mantuvo con la misma intensidad y no decreció como había ocurrido en distintos lugares. Te amplío: la inversión extranjera (básicamente motorizada por las grandes multinacionales del mundo que se instalaron en China para producir allí mismo) siguió impulsando el crecimiento en la post-crisis y por eso China siguió creciendo. Creció un poquito menos y no mucho menos. Y lo importante de China es que, ahora, eso está cambiando. Y te explico por qué: la base del éxito chino y de su competitividad siempre ha sido la mano de obra barata y abundante. Ahora bien, esa gente empezó a enriquecerse. Ya dejó de ser mano de obra barata. Y esa gente que antes trabajaba para exportar empieza a consumir. Esto significa que está cambiando la base del crecimiento de China. Tenía una base dirigida a la exportación, y la está cambiando por una base hacia el desarrollo del consumo interno. Y esto es muy importante para Argentina, porque un aumento de consumo interno significa alimentarse más. Y también significa venderle a China más alimentos. Esto nos conviene.
—Desde ya. ¿Y cómo es la vida en las grandes ciudades? Por ejemplo, ¿cómo es en Pekín?
PG: Pekín es una gran ciudad, con fuertes contrastes. De pronto tiene edificios impresionantes, modernos. Pero también tiene Tianamen, la ciudad prohibida, barrios de casitas comunitarias en las que la gente vive en seis metros cuadrados y sin baño. Comparten el baño público. Por la mañana los ves en la calle con la toallita en el brazo, el cepillo de dientes, rumbo al baño público y charlando con los vecinos.
—¿Cómo son los baños públicos?
PG: No he entrado en ninguno, pero se los ve muy transitados y limpios. Hay siempre dos personas, con un distintivo rojo, que están cuidando el baño por turno.
GG: Una especie de manzaneras pero chinas.
PG: Es bastante común la imagen del chino en piyama, caminando por la calle, porque el espacio público es una extensión de la casa que comparten con mucho afecto entre los vecinos. No son como algunos orientales que tienen una noción del espacio interpersonal distinta a la nuestra. Los chinos son respetuosos del espacio, no son insistentes y, en el comercio, no están peleando el precio de cada cosa. Son muy despiertos, prestan atención a cada detalle y se los ve durante el día, en cuclillas, conversando con unos y otros.
GG: El chino es emprendedor y muy trabajador. Eso ya lo sabíamos, y constituye una gran diferencia en relación con otras regiones del planeta. Por eso, por lo de trabajadores y emprendedores, creo que muchas de las transformaciones que se están dando en China y que están basadas en el estímulo del trabajo son tan rápidas. En diez años se han producido cambios que no hubiéramos pensado posibles. Por ejemplo, que pasaran 400 millones de chinos del campo a la ciudad significa que hay que construir ciudades nuevas, edificios públicos nuevos, ferrocarriles, trenes, subterráneos, hospitales en sólo diez años. Es una cosa extraordinaria.
—Cuando vos decías que Deng inventó el tema de transferir contratos, de alquilar tierras para cultivarlas de una determinada manera, no podemos menos que preguntarte si tomaste de allí la idea de arrendar tierras y plantar soja.
GG: (Risas) No, no. Pero es una casualidad que de alguna manera muestra que las grandes ideas son comunes. Las grandes tendencias son comunes. Después, hay adaptaciones culturales. Pero, evidentemente, el desarrollo chino tiene mucho que ver con la posibilidad de crear un mercado de alquiler o de transferencia de contratos de alquileres. Te explico: allí la tierra es propiedad del Estado –en el fondo no importa de quién es, sino el uso que se le da, la gestión– y de alguna manera es el control de los flujos que produce la tierra y no de la tierra en sí misma. Lo que hace el Estado es alquilarles a los productores que pagan el valor del arriendo. Y, a su vez, esos contratos (que son por 15 años, por cincuenta años) son transferibles. Es decir que, si a un productor no le gusta seguir produciendo, le alquila su propiedad al vecino, a quien sí le gusta, y él se va a vivir a la ciudad. Y así es como, de algún modo, se ordena naturalmente el flujo de gente del campo hacia la ciudad. Por supuesto que ellos son muy ordenados y que también reina un tipo de orden de distinto nivel. Tenemos el orden del Estado, que muestra cada vez más características de coordinación. Hay mucha descentralización (desde ya muy ordenada) y, según los analistas, es parte de una dinámica tan intensa; finalmente, los chinos son en sí mismos gente ordenada. Hay una frase que me gusta y que compara a los japoneses con los chinos: “¿Cómo son los japoneses?”, dice. “ Los japoneses tienen procesos y son disciplinados. Y los chinos tienen procesos y son flexibles”. Esa flexibilidad a veces se traduce (y uso una expresión muy nuestra) en quilombo. Pero también significa adaptarse a los cambios.
PG: Fijate que ellos tienen una densidad poblacional en el campo que todavía es muy alta. Tienen diez personas por hectárea apta para arar. Trabajan con un sistema que cuenta con 600 metros. Entonces un productor agropecuario puede utilizar esa mano de obra en el campo. Lo que ellos están planeando es reconvertirse en productores agrícolas pero extensivos a cultivos especiales como vegetales, hortalizas, etc., que demandan más mano de obra. O también frutales. Ellos están cambiando su paquete de producción. Por eso, por ejemplo para la soja, son menos competitivos que Latinoamérica, lo saben y lo asumen. Van desandando ese camino aun cuando haga cinco mil años que cultivan soja. Son pragmáticos.
—¿Y cómo condice esto con lo del hijo único? Los frutales, por ejemplo, necesitan mano de obra como si fuera un tambo… Entonces, ¿necesitan hijos?
GG: Por ahora hay 305 millones de personas que viven en el campo, y esto será un problema para dentro de veinte años, pero van a ir solucionándolo. Hoy por hoy, ellos han resuelto el tema de la superpoblación. Si no lo hubieran controlado, estarían hoy en dos mil millones. Y toda esta transformación no habría tenido la potencia que observamos. Van a tener ese problema y lo saben. Creo que, en breve, vamos a tener novedades sobre esto.
—¿Va a cambiar la estructura familiar, entonces?
PG: Con certeza. Pero creo que lo que está cambiando también es la aparición de nuevas posibilidades de servicio, industrias verdes. Tienen ahora mucha preocupación por la polución dada la gran cantidad de energía que consumen. Por ejemplo, la contaminación del agua produce alrededor de un millón de muertes por año. Tienen entonces muchos servicios que están apareciendo como una demanda. De otros países necesitan servicios profesionales, consultorías. Por ejemplo, acerca de cómo producir energía verde; reciclar residuos tóxicos y, al mismo tiempo, asesoramiento de abogados, etc. Por ejemplo, no tienen marcas. Como copian todo, quizás las únicas marcas que aparecen son McDonald’s o el Fried Chicken, que abre una sucursal cada 13 horas. Pero no hay ninguna marca china realmente valorizada, o sea que necesitan mucho asesoramiento para construir una marca o tener una buena comunicación para promover un producto.
GG: Esta es una restricción por la cual, en el mundo, no hay muchas empresas chinas multinacionales realmente instaladas en el mercado internacional. Ves, en cambio, empresas chinas que van a venderle al mundo. Pero no se instalan. Y esto tiene que ver con varias cosas. Una de ellas, la falta de una marca reconocida mundialmente, y la otra es la dificultad que tienen los chinos de adaptarse a otras culturas. Hasta las marcas del té son inglesas o de Ceilán o de la India. Pero no hay marcas chinas. Sin embargo, el té chino es maravilloso. Y relacionado con esto hay también algo muy interesante: los occidentales pensamos a China como una cultura invasora. Sin embargo, cuando uno va a China advierte que nunca invadieron a nadie, sino que siempre fueron invadidos por otros. China quiere decir “país del centro”, “del medio”. Ellos se perciben como “el centro”.
—Vos has dicho que los responsables de todo este proceso van a ser los llamados “líderes de la quinta generación”. ¿Por qué la quinta generación en un país tan antiguo?
GG: Ellos llaman así a los “nuevos” Como te decía recién, a los “cincuentones” que están asumiendo hoy el poder. En general son hijos o nietos de líderes políticos que se formaron durante el gobierno de Mao, y otros están viniendo desde sectores campesinos o de los emprendedores que tienen una determinada formación. Estudiaron afuera. Muchos tienen pasado empresarial y experiencia adquirida como empresarios y se están haciendo cargo de esta nueva etapa, que es revisar la estrategia de crecimiento. Y me refiero a un crecimiento más bien basado en la dinámica del consumo interno; por supuesto, siguiendo este camino desembocamos en un capitalismo de Estado muy interesante, que ellos llaman “economía social de mercado”, que es una especie de capitalismo “a la china”.
—¿Y cómo es, Gustavo, el tema de los créditos otorgados de acuerdo con la edad?
GG: Toda esta movida de millones de personas hacia las ciudades implica que hay que construir viviendas. Entonces, la gente accede al crédito y es un crédito a pagar antes de los sesenta años. Entonces, si tenés veinte años te quedan cuarenta para pagarlo. Pero si tenés cincuenta, el plazo serán sólo diez años. Con más de sesenta, ni hablar. Pero el impacto que tiene es que los más entusiasmados son los jóvenes, porque obviamente tienen más tiempo para pagar su casa. Entonces, del campo a la ciudad, la migración es básicamente de los jóvenes, y esto está produciendo otro problema y otro desafío: me refiero al envejecimiento de la población rural.
—Claro. Quedan los viejos que no pueden tomar un crédito…
GG: Efectivamente. Ha sido una migración de jóvenes asombrosa: 400 millones en diez años. Y en los próximos diez años se esperan 300 millones más. Es decir que es una movida de 700 millones de personas en sólo veinte años… Impresionante, ¿no?

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