martes, 3 de julio de 2012

Cuota Hilton, un ejemplo demoledor


Un beneficio larga y hábilmente negociado se pierde por una administración tan dañina como absurda e ineficaz.
Los prolongados e intensos esfuerzos de la política comercial nacional realizados durante décadas para obtener cuotas de exportación de carnes vacunas han sido sistemáticamente erosionados por conductas administrativas adversas al propósito de aumentar las exportaciones.
Una muestra de tal comportamiento ha sido la cuota Hilton, conformada por carnes de alta calidad destinadas a la Unión Europea, y resultado de negociaciones en el marco de la Rueda Tokio del entonces Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT), en 1980, que proveyeron al país de un ingreso de 5000 toneladas anuales de esas codiciadas carnes con baja tarifa aduanera. A partir de entonces, se sucedieron los esfuerzos por lograr aumentar esa cantidad, sobre las oportunidades brindadas por las incorporaciones de naciones a la hoy Unión Europea (UE), que al reorientar el aprovisionamiento del producto hacia miembros de la unión aduanera y en perjuicio de las exportaciones argentinas, llevaron esa cantidad a 17.000 toneladas. Otra negociación, por el incumplimiento europeo de sus compromisos con la producción europea de soja, sumó otras 11.000 toneladas; se ganaron 1500 más por compensación de los daños ocurridos por la incorporación de naciones del este europeo a la UE. En total, 29.500 toneladas.
La diferencia de precio entre el producto amparado en la cuota con otro de igual calidad, fuera de la cuota, es de 3000 dólares por tonelada; al cabo del año suma unos 90 millones de dólares. ¿Qué ha hecho el país con este patrimonio comercial? Las primeras tres décadas transcurrieron con modificaciones en los sistemas de distribución del contingente entre las empresas exportadoras que fueron modificados 14 veces, llegando con frecuencia a su distribución por medio de la Justicia. Estas interferencias provocaron desvalorización del producto, pero la cuota siempre se cumplía. Nada, comparado con lo ocurrido en los últimos cinco años.
Las 29.500 toneladas anuales deben ingresar a aduanas comunitarias entre el 1° de julio y el 30 de junio siguiente; es conveniente que el organismo estatal administrador efectúe esa distribución a más tardar en los primeros días de junio, para que cada exportadora estuviera en condiciones de programar su relación con los clientes europeos en los doce meses siguientes. Pero en los últimos cinco años la distribución aludida fue retrasándose meses y meses, con la consiguiente desvalorización de las carnes. Parte de la cuota no se pudo integrar: en el período 2007/08 quedaron sin cumplir 3000 toneladas, y 2000 al año siguiente; 10.940 en 2009/10, y 24.000 en 2010/2011. En el ciclo que ahora finaliza, unas 11.000. Suele ocurrir, y este año es un claro ejemplo, que en junio, ante la perspectiva de perder fracciones de la cuota, se recurra al flete aéreo, cuyo costo, muy parecido al valor de una tonelada de carne de la cuota, anula su valor íntegro.
En los primeros seis meses del año, las exportaciones totales de carnes vacunas sumaron 90.000 toneladas, cantidad que representa la mitad de las exportaciones del último decenio. La realidad gubernamental no parece tomar en cuenta que los dólares, que tanto se procuran de maneras tan dispares, se extravían con procedimientos tan burdos e ineficaces, entre los cuales los referidos a las carnes son un ejemplo más.

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