El productor primario soporta asimetrías y medidas que complican su supervivencia.
La producción primaria de Mendoza tanto en fruta como hortaliza tiene una relación directa con el mercado de Brasil; hoy el real está en 2,04 R/U$S, es decir, que nuestro comprador devaluó en un 33%; nosotros solamente alcanzamos el rango del 11% con una inflación del 25% anual y Brasil con un 5%. Estos números se traducen en la góndola de Brasil con productos argentinos muy caros. No los compran.
A esto hay que sumarle la pésima política de intercambio del Gobierno argentino en materia de importaciones que hacen que Brasil tome sus lógicas represalias, la traducción es: seguimos sin licencias automáticas para el ajo, hoy tenemos las exigencias del LI (Licencias de Importación) para manzanas y cebollas y una nueva medida para-arancelaria en frontera como es la inspección de Brevipalpus chilenses para peras y manzanas.
Este tipo de medidas y de asimetrías que soporta el productor primario parece ser que no está en la agenda nacional ni provincial, y ni siquiera en nuestros legisladores nacionales. También el sector ha tenido inconvenientes climáticos y escasez hídrica que repercutió directamente en los rendimientos. Sin embargo, la merma en la oferta, no generó mejores precios. Otro tema que sufren estas producciones, tantas veces dicho que se ha convertido en un problema invisible, son las retenciones al producto terminado que en el caso de nuestra economía regional no sólo se grava a la fruta u hortaliza sino al insumo de envase y a la mano de obra para su terminado.
En el sector vitícola, la industria principal de la provincia hoy tiene problemas de insumos, se ha perdido competitividad por la ecuación que todos conocemos: altos costos, inflación en dólares y un dólar anclado que nos hace perder mercados.
Si todas estas cosas actúan en el desánimo para seguir invirtiendo hay que sumarle la
persistencia de sectores políticos que quieren imponer en nuestros oasis un negocio de mega minería metalífera en detrimento de las producciones que están establecidas desde el nacimiento de los mismos. Este aspecto que ha dado origen a lo que ellos llaman el formato productivo es de irracionalidad inmedible. Esto es así porque en primer lugar hay una restricción por el agua y en segundo lugar cualquier persona que llegue a Mendoza puede darse cuenta que transita sobre una matriz productiva que son las viñas, frutales y hortalizas. Las redes camineras turísticas culturales están en los recorridos comunes de los habitantes de Mendoza, se generaron a través de la historia, del tiempo y sobre todo del uso racional del agua.
Dentro de los absurdos de este país, que todavía no sabemos quiénes fabrican nuestros billetes, ¿Ustedes creen que hay un margen de seguridad jurídica que nos garantice que a 4.000 o 5.000 metros de altura se va a respetar la ley?
Hay un marco jurídico nacional que favorece a una mega minería que tiene aspectos netamente coloniales en la extracción de los recursos naturales y no ofrecen ninguna garantía de remediación de la contaminación natural que ejerce esta industria.
Estos temores se acentúan cuando las economías regionales, sobre todo las cordilleranas, están abandonadas. No hay un plan económico ordenado, mucho menos consultado para los productores; a pocos kilómetros de aquí, en Chile, un crédito agropecuario es a 30 años y al 5% anual y la estructura de garantía del mismo es la producción, si copiáramos el modelo para nuestras economías, la historia sería otra.
En Mendoza debe ser la provincia en que más se habla del pequeño y mediano productor y en donde más se lo perjudica, es tanta la tenacidad y arraigo de éste sobre su tierra que le han sacado el 25% de los oasis productivos durante 20 años y todavía no lo han podido derrotar, ahora van por el agua, pero desde nuestra entidad creemos que no lo van a lograr. Sin un plan, más inflación, falta de inversión y crisis de rentabilidad, estamos en la tormenta.
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