martes, 12 de junio de 2012

Historia Argentina: Mujeres de Cochabamba



Desde fines del siglo XVIII las colonias americanas que poseían los españoles comenzaron a experimentar un gran cambio, influenciado por lo que ocurría en Francia y Estados Unidos. Poco a poco comenzaba a hablarse de la posibilidad de independizarse de España. En el virreinato del Río de la Plata, las invasiones inglesas de 1806 y 1807 demostraron la capacidad de autodefensa de la ciudad de Buenos Aires, sin tener que depender de España, mientras que la invasión francesa a la península ibérica de 1808 generó un clima de inquietud, ya que el rey Fernando VII había abdicado y en las colonias no se quería reconocer al gobierno de los franceses.
Revolución en América Latina
Finalmente la situación hizo explosión en la revolución de mayo y poco a poco el sentimiento de independencia se fue arraigando. Sin embargo los españoles no se resignaban fácilmente a considerar perdida una extensión tan grande y rica de sus dominios. Buenos Aires organizó el Ejército del Norte o del Alto Perú para avanzar sobre el Alto Perú y sumarlo a la revolución, obteniendo el triunfo de Suipacha el 7 de noviembre, por lo que toda la región queda en manos de los criollos. Entre las ciudades que se pronuncian a favor de la revolución está Cochabamba, una de las principales del Alto Perú, en donde se forma una Junta de Guerra encabezada por Esteban Arze, Francisco del Rivero y Melchor Guzmán Quitón. Los libertarios del valle salen de la ciudad donde organizan guerrillas junto a los indios, y dejan el gobierno local en manos de un noble anciano, don Mariano Antezana.
Sin embargo el 14 de mayo de 1811 las tropas revolucionarias se batieron con las fuerzas realistas comandadas José Manuel de Goyeneche y Barreda en la batalla de Huaqui, en donde fueron aplastadas y los españoles volvieron a controlar toda la zona del Alto Perú. Las tropas de Buenos Aires se retiraron hasta Tucumán a reorganizarse, tomando el mando el general Manuel Belgrano.
Sin embargo el 29 de octubre de 1811 las tropas revolucionarias del Alto Perú volvieron a levantarse y al mando de Esteban Arze retomaron la ciudad de Cochabamba, preparando el camino para un nuevo avance de las fuerzas que estaban en Tucumán. De todas maneras la situación de la zona no era estable, las fuerzas criollas tenían escaso poderío, aunque cada vez contaban con mayor apoyo por parte de la población, mientras que los españoles eran más poderosos y experimentados. Por ese motivo las fuerzas cochabambinas fueron derrotadas a fines de 1811, por el “pacificador” Goyeneche en los campos de Kewiñal y Quirquiavi, mientras que el 24 de mayo del año siguiente sufrieron otro revés en Pocoma. A partir de allí Goyeneche avanzó hacia la ciudad de Cochabamba para reconquistarla y acabar con los cabecillas de las fuerzas rebeldes.
Sorpresa en Cochabamba
Como el ejército de Arze había sido derrotado, los realistas no esperaban encontrar resistencia alguna en la ciudad, sino a los ciudadanos pidiendo clemencia por haber apoyado a la revolución. el soldado Francisco Turpín, perteneciente a la Primera Compañía de Fusileros del Regimiento N° 6 narra en el informe que le enviara a Manuel Belgrano que “habiendo yo quedado en Cochabamba, y en destacada en un lugar llamado Colque Pirgua, a los cuatro días vino la noticia de que el general Arze había sido derrotado, entonces don Mariano Antezana nos mandó llamar a la ciudad, y habiendo formado todas sus tropas nos dijo: `¿Juran solda¬dos defender la Patria?, a lo que respondimos “sí”; pero como todos los soldados desconfiaron que el gobernador Antezana era sarraceno, sospecharon que los iba a entregar y así la mayor parte de ellos desertaron”.

Las tropas estaban muy desmoralizadas por las continuas derrotas y la mayoría dejó la ciudad. Turpín continúa “En este mismo día por la tarde hubo Cabildo Abierto y nuevamente Antezana dijo: `¿Cumpliréis lo que habéis di¬cho de defender la Patria y la excelentísima Junta de Buenos Aires? Algunos respondieron que sí, pero ya no había más de mil hombres escasos y entonces las mujeres dijeron `Si no hay hombres nosotras defenderemos. A poco rato mandó informar el señor Antezana que él ya se rendía, y que todas las armas las pusieran en el cuartel, que él se iba y, que el que quisiera seguirlo que lo siguiese, mandó al mismo tiempo que se asegurasen las armas bajo llave, hecha esta diligencia repentinamente se congregaron todas las mujeres armadas de cuchillos, palos, barretas y piedras en busca del gobernador Antezana para matarlo, pero no lo encontraron, luego vino un caballero Mata Linares, a quien dejó las llaves Antezana, y éste abrió el cuartel, entraron las mujeres, sacaron los fusiles, cañones y municiones, y fueron al punto de San Sebastián, al pie de La Coronilla, extramuros de la ciudad, donde colocaron las piezas de artillería”. Esta posición era un pequeño cerro, en donde las mujeres decidieron resistir a la llegada de los realistas.
“Al día siguiente hubo un embajador de parte de Goyeneche, previniendo que venían ellos en paz a unirse como con sus hermanos, que desistan de esa empresa bárbara; el pliego se entregó al único oficial capitán de Caba¬llería que quedaba, don Jacinto Terrasas, y habiendo éste preguntado a todas ellas si querían rendirse, dijeron que no, que más bien tendrían la gloria de morir matando y el embajador que vino a Cochabamba murió en manos de las mujeres”.
Una batalla desigual
Inmediatamente las tropas de Goyeneche ingresaron a la ciudad formando dos columnas, avanzando por La Tamborada y El Ticti. El general cuzqueño organizó patrullas de avanzada que allanaron casas, tiendas y haciendas en la ciudad y sus entornos, buscando a los jefes del movimiento libertario. En las proximidades de La Angostura, sobre la ruta a Tarata, en el fundo agrícola La Pajcha, se hallaba el hogar de Esteban Arze cuya captura era el objetivo de Goyeneche y a donde llegaron los realistas que fueron enfrentados por la esposa del líder, Manuela Rodríguez.
Las fuerzas realistas avanzaron por la ciudad hasta llegar a San Sebastián, en donde las mujeres de la ciudad se aprestaban a resistir lideradas por una anciana casi ciega, llamada Josefa Eras de Gandarillas, quien vendía productos en el mercado de Cochabamba. El estado mayor de este ejército femenino estaba formado por las vendedoras del centro de abasto. Doña Josefa arengaba a las mujeres en español y quechua, instándolas a resistir hasta la muerte.
El soldado Francisco Turpín sigue en su informe diciendo que “a poco rato se vio ya formado al ejército enemigo e inmediatamente rompieron el fuego las mujeres con los rebozos atados a la cintura, haciendo fuego por espacio de tres horas: el enemigo acometió por cuatro puntos y mata¬ron treinta mujeres, seis hombres de garrote y tres fusileros, y en esta confusión me hicieron prisionero, man¬teniéndome atado a la cureña de un cañón y lo mismo a dos mujeres; a los seis días de mi prisión prendieron también al señor Antezana en el convento de San Francisco, le dieron tres días de término y lo pasaron por las armas después; después de muerto le cortaron la cabeza y la colocaron en la plaza mayor de la ciudad”. No fue difícil para Goyeneche ganar semejante batalla aquel 27 de mayo de 1812. Según coinciden varios cronistas, tendió un cerco mortal alrededor de la colina donde se concentraron las combatientes. La matanza fue despiadada y allí también murió la esposa de Esteban Arze. Algunos que aún tenían vida fueron rematados por los españoles que tomaron otra hora para saquear la ciudad.
Al día siguiente, jueves de Corpus Christi, Goyeneche encabezó una procesión religiosa con una comparsa de altoperuanos que proclamaban al sojuzgador como a su salvador, mientras decenas de sobrevivientes de la víspera eran fusilados, alcanzando unos 200 muertos. Para terminar con la resistencia revolucionaria, los principales jefes, entre ellos Mariano Antezana, Manuel Ferrufino, Agustín Azcui, Zapata, José Domingo Gandarillas, Juan Manuel Lozano, Juan Zapata y Bernardo Luján, fueron juzgados y fusilados.
Luego de la batalla
Enterado Manuel Belgrano de los hechos, envió desde Jujuy al gobierno en Buenos Aires el 4 de agosto de 1812 el siguiente escrito: “¡Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con un entusiasmo tan digno de que pase a la memoria de las generaciones venideras! Ellas han dado un ejemplo que debe excitar, señor excelentísimo, los sentimientos más apagados por la pa¬tria, y estoy seguro de que no será el último con que confundan a las de su sexo que, alucinadas, trabajan en contra de la causa sagrada, y aun a los hombres que prefieren la esclavitud, por no exponer sus vidas para asegurar nues¬tros justos derechos”.
Por su parte, Goyeneche continuó su lucha contra los independentistas hasta que en 1814 decidió retornar a España en medio de la guerra de guerrillas en todo el Alto Perú, hasta que recién en 1824 los españoles debieron retirarse definitivamente ante la liberación del Perú por parte de San Martín y la derrota total de sus fuerzas por parte de Simón Bolívar.
Como homenaje a las valerosas heroínas que lucharon en la colina de San Sebastián, denominada también Coronilla, mediante Ley del 8 de noviembre de 1927, cada 27 de mayo se festeja el Día de la Madre en Bolivia, mientras que el artista italiano Prieto Piraino trabajó una escultura en esa colina con varios pasajes de la heroica batalla.
Por Florencia Lucero Heguy – Estilo Agrositio

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